Nota de prensa

Élder Dale G. Renlund conmemora el Centenario de la Iglesia en Sudamérica

“El Señor necesita pioneros del segundo siglo”, enseñó el Apóstol durante la transmisión conmemorativa desde Buenos Aires.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días celebró el Centenario de la dedicación de Sudamérica para la predicación del Evangelio, con una transmisión especial realizada desde el mismo parque donde, en 1925, el apóstol Melvin J. Ballard ofreció la oración dedicatoria que marcó el inicio de la obra de la Iglesia en el continente.

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En la foto, Élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y su esposa Ruth; acompañados del el élder Edward Dube, de la Presidencia de los Setenta, y su esposa, Naume; el élder Joaquín E. Costa, presidente del Área Sudamérica Sur y su esposa, Renée, junto a la placa conmemorativa de la oración dedicatoria para la predicación del evangelio en Sudamérica. 2025 by Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved.
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Durante la ceremonia, se plantó un roble de tres metros de altura, símbolo de la profecía de Ballard que comparó la Iglesia en Sudamérica con “una pequeña bellota que crecería hasta convertirse en un poderoso roble”.

El evento fue presidido por el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles, acompañado por su esposa, Ruth. También participaron el élder Edward Dube, de la Presidencia de los Setenta, y su esposa, Naume; junto con los miembros de la Presidencia del Área Sudamérica Sur: el élder Joaquín E. Costa y su esposa, Renée; el élder Alan R. Walker y su esposa, Inés; y el élder Eduardo Gavarret y su esposa, Norma.

Un mensaje de gratitud y esperanza

En su mensaje, el élder Renlund expresó gratitud a las autoridades locales y a todos los que hicieron posible esta conmemoración: “Agradecemos a la ciudad de Buenos Aires por permitirnos reunirnos en este hermoso parque y expresamos nuestra gratitud a los amigos del gobierno aquí presentes. Agradecemos su bondad hacia nosotros como Iglesia y como individuos.”

“Estamos agradecidos por los principios de libertad religiosa que estos gobiernos respaldan y promueven. Sin la protección de estas libertades, hoy no podríamos estar celebrando los logros del primer siglo de la Iglesia en Sudamérica”, enfatizó.

Durante la ceremonia, destacó la belleza de la música y su poder espiritual, citando a la directora general de Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, María del Pilar Bosca: “La música es como una oración doble. Realza el mensaje espiritual de las palabras y las graba más profundamente en el corazón.”

De bellota a roble

El élder Renlund recordó con emoción la oración dedicatoria del élder Melvin J. Ballard, quien bendijo a Sudamérica para que sus pueblos aceptaran el Evangelio y las tierras se convirtieran en “un baluarte de la Iglesia”. Ballard profetizó que la pequeña “bellota” de la fe se transformaría en un gran “roble” que llenaría la tierra con templos y discípulos fieles.

El élder Renlund señaló que hoy esa profecía se ha cumplido: “La Iglesia cuenta con más de 1.300.000 miembros en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, más de los que existían en toda la Iglesia en 1925. Celebramos la fe y el sacrificio de los pioneros del primer siglo y la fidelidad de los santos que edificaron este legado.”

Invitó a los asistentes a mirar hacia el futuro con esperanza, recordando que el roble necesita producir nuevas semillas de fe: “El Señor tiene en mente más que un solo roble; este árbol necesita producir más bellotas que puedan ser plantadas. Hay más vidas por tocar y más corazones por cambiar. El Salvador nos necesita a todos para que nos unamos a Él en Su obra.”

Con reverencia, hizo referencia al simbolismo providencial del apellido de nuestro profeta, presidente Dallin H. Oaks, cuyo significado en inglés es “robles”:

“Tenemos un profeta que desea que pasemos de tener un solo árbol a un bosque de robles, un bosque majestuoso que simbolice la fe y fortaleza de los santos en Sudamérica.”

Ser pioneros del segundo siglo

El élder Renlund invitó a todos los miembros a continuar la obra con la fe y dedicación de los pioneros del primer siglo, asumiendo el desafío de convertirse en “pioneros del segundo siglo”:

“El Señor necesita pioneros hoy. Podemos ayudar a otros a acercarse a Jesucristo, nutrir nuestra fe y profundizar nuestras raíces en el Evangelio. Podemos servir en el templo, apoyar a la nueva generación y fortalecer a nuestras familias.”

También compartió un himno que estará en el nuevo himnario de la Iglesia, “Soy pionero también”, y explicó que su mensaje resume el espíritu que debe guiar a los Santos de los Últimos Días en esta nueva era:“Pioneros quiere el Señor, yo mucho puedo hacer. Trabajaré y lo seguiré, soy pionero también.”

El Apóstol concluyó su mensaje invocando una bendición apostólica sobre los cuatro países del Área Sudamérica Sur: “Desato el poder de Dios para bendecir este bosque de fe que ha sido sembrado, para que continúe expandiéndose hasta llenar cada valle, cada montaña y cada corazón en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay. Bendigo a todos los pioneros del segundo siglo en sus deseos de amar y servir al Señor.”

El testimonio de una nueva generación

La transmisión también contó con la participación de un niño y una joven que representaron la voz y la fe de la nueva generación de Santos en Sudamérica. Ambos compartieron mensajes que reflejaron gratitud por el legado recibido y compromiso con la obra misional y el discipulado en los tiempos actuales.

Liam Wajchman, de 10 años, expresó su emoción al hablar desde el mismo lugar donde el élder Melvin J. Ballard ofreció la oración dedicatoria un siglo atrás: “Me gusta mucho venir a este parque, disfrutar de los lagos, los animales y la naturaleza. Pero, además de ser un lugar donde me gusta venir con mi familia, este lugar es especial: aquí el Señor abrió la puerta para la predicación del Evangelio en Sudamérica hace ya cien años. Yo no estaba, y muchos de ustedes tampoco, pero todos somos consecuencia de ese momento sagrado.”

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Liam Wajchman, de 10 años, brindando un mensaje en la transmisión que conmemora el Centenario de la Iglesia en Sudamérica el domingo 16 de noviembre de 2025.2025 by Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved.
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Con madurez y ternura, Liam compartió cómo las experiencias misionales de su padre y otros familiares lo han ayudado a entender el amor del Señor y el poder del Evangelio para transformar vidas:

“El mensaje del Evangelio es un mensaje de gozo y de paz que no ha cambiado con el paso del tiempo; sigue siendo el mismo. Invito a todos a venir a Cristo, a recibir el Evangelio restaurado mediante la fe en Jesucristo y Su expiación, el arrepentimiento, el bautismo, el don del Espíritu Santo y el perseverar hasta el fin.”

Por su parte, Ana Pedersen, de 16 años, compartió un mensaje profundamente emotivo sobre el poder del Evangelio y el legado de sus padres como misioneros. Recordó una experiencia de su familia que ilustra cómo el Señor prepara los caminos de aquellos que aceptan Su Evangelio y perseveran en la fe:

“Una de las historias más lindas de la misión de mi papá tuvo lugar en Córdoba. Él y su compañero compartieron el Evangelio con una joven que sintió el Espíritu tan intensamente que todos lloraron. Años después, en el Templo de Buenos Aires, mi papá volvió a verla: esa mujer se había sellado con su esposo para toda la eternidad.”

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Ana Pedersen, de 16 años, brindando un mensaje en la transmisión que conmemora el Centenario de la Iglesia en Sudamérica el domingo 16 de noviembre de 2025. 2025 by Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved.
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Ana también relató una experiencia vivida por su madre como misionera, donde la enseñanza del Evangelio a dos hermanas cambió por completo la vida de su familia:

“Lo que más me impresiona es ver cómo el aceptar a Jesucristo y Su Evangelio puede obrar milagros en la vida de las personas, aun en las menos pensadas. El Salvador siempre está a la puerta, esperando que le abramos el corazón.”

Con firmeza, Ana testificó: “Sé que la obra misional es una obra de amor y que Jesucristo vive. Sé que soy hija de un Padre Celestial que me conoce y me ama, y que las familias pueden ser eternas. Ese es el tesoro que mis padres me enseñaron a cuidar.”

La conmemoración del Centenario fue un recordatorio de la promesa cumplida y una invitación a mirar hacia el futuro con fe renovada. El roble plantado en el parque se convierte ahora en un símbolo del crecimiento de la Iglesia en Sudamérica.