Hace unos cuantos años, un hombre aprendió una gran lección tras empezar un nuevo empleo. Quería entablar amistad con algunos de sus compañeros, particularmente con un grupo de empleados que parecía ser muy jovial. Un día, uno de ellos lo invitó a almorzar, y así pasó a formar parte de sus conversaciones diarias.
Con el trascurso de los días, el hombre empezó a notar que el tema de las conversaciones siempre giraba en torno a otros empleados que no estaban presentes, y que continuamente se hacían comentarios críticos en cuanto a ellos. El grupo se quejaba y se refería sarcástica y burlonamente a esos otros empleados. Después de un tiempo, el hombre se preguntó algo intrigante: “¿Qué dirán de mí cuando yo no estoy allí, con ellos?”.
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No le costó mucho darse cuenta de que no podía confiar en esos compañeros de trabajo. Siempre había dado por sentado que ellos nunca hablaban mal de él, pero ahora dudaba. Así que decidió rodearse de amigos en quienes poder confiar y ser él mismo digno de la confianza de ellos.
Resulta fácil ser amigable con personas que están presentes, especialmente si nos beneficia de algún modo, pero se requiere integridad para ser leales con quienes están ausentes, que quizá no puedan notar y retribuir nuestra lealtad. En nuestro deseo de ser incluidos, a veces llegamos a excluir a otras personas. A menudo pensamos que nos sentiremos más aceptados si otros son rechazados, sin embargo, todo eso crea un sentido falso de confianza.
Más bien piense en cómo se siente en la compañía de personas genuinamente amables, que ven solo lo bueno en los demás, y que se niegan a morder la carnada de la denigración o del chisme. Reflexione en la confianza que siente un matrimonio al saber de la lealtad de su cónyuge, tanto en palabra como en hechos, cuando están separados. Imagine cuán diferente sería el mundo si todos valoráramos más el invitar que el ser invitados, y si tratáramos a otras personas de la manera como quisiéramos ser tratados. Esa sería una gran lección.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)