En un salón de clase de escuela primaria colmado de niños llenos de energía, la maestra pide que respondan dos preguntas. La primera, “¿Qué es lo que más les gusta del país?”. La respuesta llegó sin demora: las bellezas naturales, los paisajes, todo cuanto hay para ver y para hacer, la libertad, la gente, y muchas cosas más. Entonces la maestra hizo la segunda pregunta, más importante que la anterior: “¿Qué podemos hacer para que nuestro país sea mejor?”.
Una cosa es apreciar la historia y la singularidad de una tierra, y maravillarnos de su belleza, pero otra muy distinta es tomar parte activa en la preservación de sus virtudes, en perpetuar sus ideales y defender sus valores. A la patria se le ama mejor de un modo personal que a la distancia. Por cierto que todo país, más allá de lo mucho que lo valoremos, tiene sus problemas, pero ninguna nación tiene que ser perfecta para ser amada.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
De hecho, el amor por la patria es lo que nos inspira a encontrar formas de superar sus defectos, de garantizar la libertad y de conceder a su gente las oportunidades que todo ser humano necesita para mejorar y progresar. Hacemos de la nuestra una nación mejor al informarnos y participar en causas buenas, al trabajar juntos a pesar de las diferencias, y al ayudarnos y elevarnos mutuamente.
Como nación, nos conservamos fuertes y libres al trabajar constructivamente en favor de nuestras comunidades, y seremos un ejemplo para quienes nos observan al respaldarnos en los valores que forjaron nuestra identidad. Los verdaderos patriotas son buenos ciudadanos que atesoran la libertad y hacen su parte para mejorar la tierra que aman. A cada uno nos cabe responder la pregunta hecha a aquellos niños: “¿Qué podemos hacer para que nuestro país sea mejor?”.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)