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Hoy día 16 de noviembre se celebra el día mundial de la tolerancia y compartimos con nuestros queridos lectores un extracto del discurso del Pdte. Russell M. Nelson profeta de la Iglesia de Jesucristo de los Santos De Los Ultimos Días.
Queridos hermanos quisiera expresar mi agradecimiento por la expiación de Jesucristo, por Su ejemplo y por Sus enseñanzas, las que han inspirado mi discurso hoy día.
He sentido la impresión de hablar sobre el tema de la tolerancia, una virtud muy necesaria en nuestro turbulento mundo, pero al analizar este tema debemos reconocer desde el principio que existe una diferencia entre tolerancia y tolerar. El que usted sea amable y tolerante hacia las creencias o prácticas de otra persona no le concede a ésta permiso para hacer lo malo; ni la tolerancia que usted practica le obliga a usted a tolerar la mala conducta de otros. Hacer esa distinción es fundamental para entender esta virtud importantísima.
Asistí hace algunos meses a un “laboratorio de tolerancia”, cuando tuve el privilegio de participar en el Parlamento de las Religiones del Mundo. Allí conversé con buenos hombres y mujeres que representaban muchos grupos religiosos. Nuevamente capté las ventajas de la diversidad étnica y cultural y reflexioné una vez más sobre la importancia de la libertad y la tolerancia religiosas.
Me maravillé ante la inspiración del profeta José Smith al redactar el undécimo artículo de fe: “Reclamamos el derecho de adorar a Dios Todopoderoso conforme a los dictados de nuestra propia conciencia, y concedemos a todos los hombres el mismo privilegio: que adoren cómo, dónde o lo que deseen” (Artículos de Fe 1:11).
Esa expresión noble de tolerancia religiosa es particularmente conmovedora a la luz de la persecución personal que sufrió el Profeta. En una oportunidad el escribió: “En este momento soy el hombre más perseguido de la tierra, como lo es también este pueblo… todos nuestros derechos sagrados son hollados bajo los pies de la chusma” .
José Smith sufrió persecución incesante y finalmente un despiadado martirio a manos de los intolerantes. Este hecho brutal se levanta como un austero recordatorio de que nosotros jamás debemos ser culpables de ningún pecado que brote de la semilla de la intolerancia.
Dos grandes mandamientos de amor
Al venerado Profeta le fue revelado la plenitud del Evangelio; fue instruido por el Cristo resucitado a quien José adoraba. Él enseñó las doctrinas que declaró el Señor, incluso aquellas que Él dio como respuesta a las preguntas de un abogado exigente:
“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?
“Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente.
“Éste es el primero y grande mandamiento.
“Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
“De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” .
Así, nuestras prioridades supremas en esta vida son amar a Dios y amar a nuestros semejantes. Esto incluye en general a los semejantes en nuestra propia familia, en la comunidad, en la nación y en el mundo. La obediencia al segundo mandamiento facilita la obediencia al primer mandamiento. “Cuando os halláis al servicio de vuestros semejantes, sólo estáis al servicio de vuestro Dios” .
Amor paterno
El concepto es fácil de entender para las madres y los padres; el amor paternal incluye el agradecimiento por el servicio que hayan dado a los hijos, en especial en los momentos de necesidad.
Hace poco me hizo gracia que una de nuestras hijas mayores nos confiara que siempre había creído que ella era la consentida del papá. Se sorprendió ella más tarde al descubrir que sus ocho hermanas abrigaban ese mismo sentimiento. Sólo cuando se convirtieron en madres pudieron darse cuenta de que rara vez los padres tienen un hijo favorito. (A propósito, nuestro único hijo varón nunca tuvo que preocuparse de quién era nuestro hijo favorito).
Nuestro Padre Celestial también ama a todos Sus hijos. Pedro enseñó que “… Dios no hace acepción de personas,
“sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace lo justo” .
Sin embargo, Sus hijos pueden ser demasiado intolerantes los unos con los otros. Bandos vecinos, ya sea que se identifiquen como grupos o pandillas, escuelas o estados, municipalidades o países, a menudo generan antagonismos; y éstas son tendencias que me hacen pensar: ¿No pueden existir líneas limítrofes sin que se conviertan en líneas de batalla? ¿No puede unirse la gente para combatir los males que acosan a la humanidad en vez de hacerse la guerra los unos a los otros? Lamentablemente, a menudo la respuesta es negativa. A través de los años, la discriminación que tiene sus raíces en la identidad étnica o religiosa ha resultado en matanzas, exterminio de minorías y numerosos actos de crueldad. El rostro de la historia está desfigurado por las horribles cicatrices de la intolerancia.
Qué diferente sería el mundo si todos los padres aplicaran esta instrucción inspirada del Libro de Mormón: “Ni permitiréis que vuestros hijos… quebranten las leyes de Dios, ni que contiendan y riñan unos con otros…
“Mas les enseñaréis a andar por las vías de la verdad y la seriedad; les enseñaréis a amarse mutuamente y a servirse el uno al otro” .
Si hubiera esa educación, tanto los hijos como los padres se unirían para cantar: “Llena nuestro corazón de tolerancia y amor” (Himnos, Nº 102) . Los hombres y las mujeres respetarían a sus vecinos y sus creencias sagradas; no se aceptarían más las bromas relacionadas con diferencias étnicas ni culturales. La voz del tolerante no habla maldad.
Independencia y cooperación
Al esforzarnos por obtener la virtud de la tolerancia no debemos perder de vista otras cualidades importantes; la tolerancia no requiere que dejemos de lado nuestros nobles propósitos ni nuestra identidad individual. El Señor dio instrucciones a los líderes de Su Iglesia restaurada de establecer y mantener la integridad institucional, para que “la iglesia se sostenga independiente” .
Mientras tanto, se recomienda a sus miembros a unirse con ciudadanos con creencias afines para hacer el bien . Estamos agradecidos por los muchos ejemplos de servicio heroico prestado durante terremotos, inundaciones, huracanes y otros desastres. Estos esfuerzos cooperativos por ayudar a vecinos en tiempos de necesidad trascienden cualquier barrera de religión, raza y cultura. ¡Esas obras buenas son el amor de los últimos días en acción!
Tolerancia y respeto mutuos
Nuestro compromiso hacia el Salvador nos hace desdeñar el pecado, sin dejar de guardar Su mandamiento de amar a nuestros semejantes. Juntos vivimos en esta tierra, la que se debe cuidar, cultivar y compartir con gratitud. Cada uno de nosotros puede ayudar a que la vida en este mundo sea una experiencia más placentera. No hace mucho, la Primera Presidencia y los Doce publicaron una declaración de la cual cito lo siguiente: “Es moralmente erróneo que una persona o grupo de personas niegue a cualquier otra su dignidad inalienable basada en la teoría horrenda de una superioridad racial o cultural.
“Hacemos un llamado a todas las personas del mundo entero a comprometerse nuevamente con los ideales avalados por el tiempo de la tolerancia y el respeto mutuos. En forma muy sincera creemos que al reconocernos los unos a los otros con consideración y compasión, descubriremos que todos nosotros podemos coexistir en forma pacífica a pesar de nuestras profundas diferencias”.
Esa declaración es una confirmación contemporánea de la súplica anterior del profeta José Smith con respecto a la tolerancia. Podemos responder en forma unánime; juntos podemos ser intolerantes ante la transgresión, pero a la vez ser tolerantes con nuestros vecinos que tengan diferencias que ellos consideren sagradas. Nuestros queridos hermanos y hermanas de todo el mundo son hijos de Dios; Él es nuestro Padre; Su Hijo, Jesús, es el Cristo; Su Iglesia ha sido restaurada a la tierra en estos últimos días para bendecir a todos los hijos de Dios. Y así lo testifico; en el nombre de Jesucristo. Amén.
1. History of the Church, tomo V, pág. 157.
2. Mateo 22:36–40; véase también Juan 13:34–35; 15:12, 17; Romanos 13:8; 1 Tesalonicenses 3:12; 4:9; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 3:11, 23; 4:7, 11–12; 2 Juan 1:5.
3. Mosíah 2:17.
4. Hechos de los Apóstoles10:34–35; véase también D. y C. 38:16, 24–26.
5. Mosíah 4:14–15; véase también Romanos 12:18.
6. Himnos, N° 102.
7. D. y C. 78:14.
8. Véase Artículos de Fe 1:13,
9. Nehemías 6:3.
10. D. y C. 38:40–41; véase también D. y C. 88:81.
11. Véase Artículos de Fe 1:12,
12. En Tahiti Area Conference Report, marzo de 1976, pág. 31.
13. 1 Pedro 3:15; véase también D. y C. 60:2.
14. Gálatas 3:27–28.
15. Mosíah 18:21; véase también Mosíah 23:15; 4 Nefi 1:13.
16. Mateo 21:12; véase también Marcos 11:15.
17. D. y C. 1:31.
18. Gálatas 5:19–21.
19. José Smith—Historia 1:71, nota al pie de página.
20. D. y C. 109:56; véase también D. y C. 109:70.
21. Véase Proverbios 10:12.
22. D. y C. 109:20.
23. Alma 24:19.
24. Véase Génesis 1:28; Moisés 2:28; Abraham 4:28; D. y C. 59:15–21.
25. Declaración de la Primera Presidencia y del Quórum de los Doce Apóstoles, 18 de octubre de 1992; según fue citada en “Church Exhorts Ethnic, Religious Tolerance”, Church News, 24 de octubre de 1992, pág. 4.