Nota de prensa

¿Por qué no programamos reuniones los lunes en la noche?

Recordemos el legado de Joseph Fielding Smith, sostenido como presidente de La Iglesia de Jesucristo un 23 de enero de 1970.

En un esfuerzo por fortalecer a las familias y a las personas, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días puso mayor énfasis en la noche de hogar, un programa que se había fomentado a partir de 1909, cuando el padre del presidente Smith era Presidente de la Iglesia.

Bajo la dirección del presidente Joseph Fielding Smith, se designó oficialmente el día lunes para la noche de hogar. Esa noche, la Iglesia no debía realizar ninguna reunión, y se mantendrían cerrados los edificios locales de la Iglesia.

Ante el crecimiento de la Iglesia por todo el mundo, el presidente Smith recalcó la importancia de cada hogar y cada familia. Recordó a los Santos de los Últimos días que “la organización de la Iglesia realmente existe para ayudar a la familia y a sus miembros a lograr la exaltación”.

Él enseñó: “La familia es la organización más importante en esta vida o en las eternidades… La voluntad del Señor es fortalecer y preservar la unidad familiar”.

“Los hijos que crecen en hogares en los que participan en la noche de hogar, en los que abundan el amor y la unidad, edifican fundamentos sólidos para ser buenos ciudadanos y participar activamente en la Iglesia. No hay mayor legado que los padres puedan dejar a sus hijos que el recuerdo y las bendiciones de un hogar feliz, unido y amoroso”.

La noche de hogar es una reunión para fortalecer los lazos familiares al aprender las enseñanzas de Jesucristo, escuchar los sentimientos, pensamientos e ideas de los integrantes de la familia, así como disfrutar de actividades juntos. Se invita a realizarla los lunes, pero algunas familias la hacen otro día de la semana donde puedan participar todos los que la conforman.

El llamado del presidente Joseph Fielding Smith

El 18 de enero de 1970, falleció David O. McKay, presidente de La Iglesia de Jesucristo. Tras ello, la responsabilidad de dirigir la Iglesia fue asumida por el Cuórum de los Doce Apóstoles, presidido por Joseph Fielding Smith, de 93 años de edad.

El 23 de enero de 1970, el Cuórum de los Doce se reunió y sostuvo oficialmente al presidente Smith en su llamamiento como Presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El presidente Smith escogió a Harold B. Lee como Primer Consejero y a N. Eldon Tanner como Segundo Consejero. Después, los tres fueron apartados para cumplir sus nuevas responsabilidades.

El élder Ezra Taft Benson, quien estuvo presente en esa reunión, recordó: “Tuvimos un maravilloso espíritu de unidad en la reunión y gran evidencia de afecto; los hermanos se abrazaron al seleccionar y al apartar a los nuevos líderes”.

Bajo la dirección del presidente Smith, la Iglesia siguió creciendo; por ejemplo, se crearon 81 estacas, entre ellas la primera estaca en Asia y la primera en África, y el número de miembros de la Iglesia sobrepasó los 3 millones. Se dedicaron dos templos: en Ogden, Utah, y en Provo, Utah.

A pesar de su avanzada edad, el presidente Smith abordó su llamamiento con la humildad de un niño y con la energía de un joven. En los dos años y cinco meses que prestó servicio como el profeta, vidente y revelador de la Iglesia, inspiró a los Santos de los Últimos Días de todo el mundo mediante sus mensajes.

Él declaró que “somos hijos procreados en espíritu por Dios, nuestro Padre Celestial”, y que “debemos creer en Cristo y tomar como modelo la vida de Él”. Testificó que José Smith “vio a Dios el Padre y a Su Hijo Jesucristo y estuvo en Su presencia” y llegó a ser “el revelador del conocimiento de Cristo y de la salvación del mundo para estos días y esta generación”.

Instó a los santos a “abandonar muchos de los hábitos del mundo” pero amar a toda la gente del mundo, a “ver el bien de las personas aunque estemos tratando de ayudarles a vencer uno o dos malos hábitos”. Les recordó que una forma de demostrar ese “espíritu de amor y hermandad” es compartir el Evangelio, “invitar a todos los hombres en todas partes a que presten atención a las palabras de vida eterna reveladas en esta época”.

Se acercó a los jóvenes de la Iglesia, reuniéndose con grandes congregaciones de jóvenes Santos de los Últimos Días y animándoles a “permanecer firmes en la fe a pesar de toda oposición”.

Dirigió la palabra con frecuencia a los poseedores del sacerdocio, recordándoles que han sido “llamados a representar al Señor y poseer Su autoridad”, y exhortándolos a “recordar quiénes son y a actuar en consecuencia”.

Animó a todos los Santos de los Últimos Días a recibir las bendiciones del templo, a ser fieles a los convenios del templo y a regresar a éste para recibir las ordenanzas sagradas a favor de sus antepasados. Antes de dedicar el Templo de Ogden, Utah, dijo: “Les recuerdo que cuando dedicamos una casa al Señor, lo que en verdad hacemos es dedicarnos a nosotros mismos al servicio del Señor, con el convenio de que utilizaremos la casa en la forma en que Él desea que se utilice”.

“Guarden los mandamientos”, instó, “anden en la luz; perseveren hasta el fin; sean fieles a cada convenio y obligación, y el Señor les bendecirá más allá de sus sueños más preciados”.

El domingo 2 de julio de 1972, tan sólo 17 días antes de su cumpleaños número 96, asistió a la reunión sacramental en su barrio. Durante la noche falleció pacíficamente. Como dijo después su yerno, el presidente Smith había sido “llamado por el Señor, al que tanto amaba y al que había servido tan bien, a otras labores mayores en Su eterna viña”.

Nota sobre la Guía de Estilo:Al publicar noticias o reportajes sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenga a bien utilizar el nombre completo de la Iglesia la primera vez que la mencione. Para más información sobre el uso del nombre de la Iglesia, visite nuestraGuía de estilo.