El primero de mayo es una fecha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago, quienes marcharon para que se establezcan mejores condiciones laborales y la jornada de las ocho horas de trabajo, vigente hasta hoy.
Antecedentes
Las ocho horas de trabajo eran un reclamo que venía desde la primera mitad del siglo XIX, en el contexto de la revolución industrial, marcada por jornadas de hasta 18 horas, bajos salarios y condiciones laborales de semi esclavitud. “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”, era la consigna de los sindicatos que exigían el cambio.
Tras los acontecimientos de Chicago, las compañías fueron accediendo paulatinamente a fijar la jornada de trabajo en ocho horas. En el Perú la aplicación de este derecho se logró el 15 de enero de 1919. La celebración del 1 de mayo, se estableció en 1889. Con el tiempo, varios países se sumaron a la fecha y hoy se celebra en casi todo el mundo.
El Élder David E. Sorensen, que fue autoridad general de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, enseñó la doctrina del trabajo. Que es un principio eterno, es una bendición y es un servicio. Que debemos responsabilizarnos de nuestras necesidades y de las de nuestras familias. Pero el proveer para nosotros mismos no es el único propósito de trabajar y que el trabajo es siempre una necesidad espiritual, aunque para algunos no sea una necesidad económica. Trabajar es una responsabilidad familiar y que se debe enseñar desde una edad temprana al colaborar con las tareas del hogar.
Indicó que la actitud, el hábito y la aptitud propia del buen trabajo se adquieren a través de experiencias laborales de éxito. Y que aprender a amar el trabajo es una de las mejores maneras de disfrutar de la vida
El presidente Heber J. Grant, dijo: “El trabajo debe recuperar su lugar como principio gobernante de nuestras vidas”. La Iglesia de Jesucristo saluda a todos los trabajadores en su día.