El 7 de junio de cada año se celebra el Día de la Bandera en el Perú. En este día, honramos a los héroes que dieron lo mejor de sí mismos, sirvieron tan noblemente, dieron tanto para preservar y defender todo lo que apreciamos. Si no fuera por su servicio desinteresado, la construcción de una nación donde perdure la libertad seguiría siendo solo un sueño.
Al mismo tiempo, la responsabilidad sagrada de mantener vivo el sueño no pertenece solo a las mujeres y hombres uniformados. Todos los que son bendecidos por el legado de nuestra nación tienen el deber de preservarlo y defenderlo.
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La libertad ha perdurado hasta ahora a través del trabajo y las oraciones de muchas personas a través de los siglos, y así es como continuará. Ese trabajo seguramente incluye defender la libertad y tomar en serio nuestro deber cívico compartido.
Debe incluir evitar la contención, respetar y valorar a los demás, escuchar a los que son diferentes a nosotros y aprender de ellos, y simplemente ser buenos vecinos y amables.
Si podemos hacer eso, quizás algún día nuestros hijos y nietos lean sobre nosotros y se sientan agradecidos e inspirados; agradecidos por el legado que hemos transmitido e inspirados para preservarlo para las generaciones venideras.