El 21 de junio, Bolivia celebra el Año Nuevo Aymara, también conocido como Willkakuti o Inti Raymi, una festividad que marca el solsticio de invierno en el hemisferio sur. Esta fecha es una ocasión para honrar y revitalizar las tradiciones ancestrales de la cultura aymara, una de las civilizaciones indígenas más antiguas y significativas de los Andes.
Esta celebración representa un tiempo de renovación espiritual y agrícola, que simboliza el inicio de un nuevo ciclo de siembra y una profunda conexión entre el ser humano y la naturaleza.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Las ceremonias se llevan a cabo en lugares sagrados como Tiwanaku, antiguo centro espiritual y político de la cultura tiwanacota, antecesora de los aymaras. Allí se realizan ofrendas a la Pachamama (Madre Tierra) y al Inti (Dios Sol), pidiendo bendiciones para las cosechas y la prosperidad de las comunidades.
Para muchos, el Año Nuevo Aymara también es una oportunidad para fortalecer la identidad cultural y transmitir valores ancestrales a las nuevas generaciones.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días reconoce y respeta las tradiciones culturales y espirituales de los pueblos indígenas. Aunque no participa directamente en esta festividad, comparte con ella principios fundamentales como la gratitud por la creación divina y la importancia de la renovación espiritual.
La doctrina de la Iglesia enseña que la Tierra es una creación sagrada y que la humanidad tiene el deber de ejercer una mayordomía responsable. Este enfoque se manifiesta en enseñanzas sobre cuidado ambiental, armonía con la naturaleza y respeto por la diversidad cultural.
En Bolivia, la Iglesia impulsa diversas iniciativas en beneficio de comunidades indígenas, como programas educativos, proyectos de salud y desarrollo comunitario. Entre ellos, destacan la construcción de infraestructura básica y la entrega de materiales escolares en zonas rurales, promoviendo la autosuficiencia y el progreso social.
A nivel mundial, la Iglesia de Jesucristo promueve el respeto por todas las culturas y trabaja activamente por el bienestar y la dignidad de las personas, independientemente de su origen étnico o creencias. Su mensaje de inclusión y comprensión mutua fortalece los lazos de paz entre comunidades diversas.