Nota de prensa

Asuntos de fe

La diversidad de creencias y prácticas religiosas es parte de lo que da riqueza al mundo

La iglesia más antigua de México, comúnmente conocida como La Iglesia de la Conchita, fue construida hace casi 500 años, en 1525, en lo que hoy es el barrio de Coyoacán de la Ciudad de México. Este importante edificio forma parte del patrimonio cultural y artístico de México. Pero es más que un hito histórico. Casas de fe como esta son un recordatorio de nuestro deseo humano básico de conectarnos con Dios.

En todo el mundo y a lo largo de la historia, la gente siempre ha querido adorar y, muy a menudo, queremos hacerlo junto con otros adoradores. Así que construimos iglesias, sinagogas, mezquitas y templos. Buscamos lugares y oportunidades para reunirnos, para crear comunidades de creyentes, para compartir entre nosotros nuestra fe y convicciones.

Es por eso que la libertad religiosa es tan vital como un derecho humano fundamental. La fe religiosa es profundamente personal y, sin embargo, también es interpersonal, ya que guía la forma en que interactuamos con los demás y crea lazos de amor. La libertad religiosa, entonces, es más que simplemente dejar que las personas crean lo que quieran. Incluye respetar su derecho a "tener sus propias creencias religiosas y expresarlas abiertamente" (véase Temas y preguntas, "Libertad religiosa", Biblioteca del Evangelio), siempre y cuando esas creencias y expresiones sean igualmente respetuosas con los demás.

Este derecho está bien expresado en uno de los Artículos de Fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días: "Reclamamos el privilegio de adorar a Dios Todopoderoso de acuerdo con los dictados de nuestra propia conciencia, y permitimos a todas [las personas] el mismo privilegio, que adoren cómo, dónde o lo que quieran" (Artículos de Fe 1:11).

Vaya a la mayoría de los lugares del mundo y encontrará adoradores como los que tiene aquí en México. La diversidad de creencias y prácticas religiosas es parte de lo que da riqueza a nuestro mundo. En cuestiones de fe, hay mucho que podemos aprender los unos de los otros. Pero en el corazón de todo esto hay un deseo común de comulgar con lo divino.

Esa conexión espiritual con Dios también tiene beneficios emocionales y físicos. Las investigaciones han demostrado repetidamente que las personas de fe informan que se sienten mejor y más saludables, y esos beneficios aumentan cuanto más activamente viven su religión. (Véase "¿Son las personas religiosas más felices, más sanas? Nuestro nuevo estudio global explora esta pregunta", por Joey Marshall, Pew Research Center, 31 de enero de 2019, pewresearch.org; "La ciencia dice: la religión es buena para la salud", por Nicole F. Roberts, Forbes, 29 de marzo de 2019, forbes.com; La fe religiosa puede conducir a beneficios mentales positivos, escribe Stanford Anthropologist", por Sandra Feder, Stanford News, 13 de noviembre de 2020, news.stanford.edu.)

En otras palabras, cuando abrimos nuestros corazones a diversas creencias religiosas, cuando respetamos los derechos de todos a "adorar cómo, dónde o lo que quieran", estamos fomentando la salud y la felicidad de las familias y las comunidades en todas partes.

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