Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Es un año nuevo y, una vez más, se puede percibir en el entorno la sensación de cambio.
La mayoría de nosotros conocemos el escenario bastante bien. Enero transcurre y hablamos de un gran plan sobre cómo será diferente este año. Escribimos metas. Nos inscribimos en las clases de Pilates. Examinamos las revistas en las cajas del supermercado que nos prometen “17 secretos para un año más feliz, sea más sano en 2017”.
Luego viene febrero. Más a menudo de lo que queremos admitir, nuestras buenas intenciones se quedan solo en intenciones, nada más, y dejamos la carrera al apenas cruzar la línea de salida.
El secreto no tan secreto
La verdad, sin embargo, es que podemos cambiar. Y no sólo nuestra cintura o nuestros hábitos de ejercicio. Podemos realizar cambios profundos y duraderos que nos conduzcan a vidas más felices y más satisfactorias.
¿El secreto? No es un libro de autoayuda, o un podcast de motivación. De hecho, no es ningún secreto en absoluto, es el evangelio de Jesucristo, el plan definitivo de automejoramiento. Mientras se esfuerza por hacer cambios positivos en su vida este año, mantenga estos principios del evangelio en mente como un recordatorio de que, sí, las vidas pueden cambiar, incluso la suya.
Parte del plan
“Eres perfecto tal como eres” es un estribillo común. Pero el evangelio nos insta a convertirnos en algo más.
Cambiar para mejor es de lo que se trata el plan de felicidad. Fue diseñado con amor para que podamos llegar a ser “mejor hoy de lo que fuimos ayer, y mejor mañana que hoy”.
“Nuestra tarea es llegar a ser lo mejor de nosotros mismos”, dijo el presidente Thomas S. Monson. No se nos ha dado esa tarea porque Dios no nos ame como somos, con defectos y todo, o porque quiera controlarnos. Él nos pide que cambiemos precisamente porque nos ama, y sabe que si hacemos ciertos cambios en nuestras vidas, podemos ser mucho más felices a largo plazo.
Usted puede cambiar realmente
A veces la mayor barrera para el cambio es que simplemente no creemos que realmente podamos hacerlo. Tal vez hemos intentado muchas veces antes y fracasado. Tal vez nos hemos convencido a nosotros mismos, “así soy yo”.
Pero en las palabras del élder Jeffrey R. Holland, “Puedes cambiar! Puedes ser cualquier cosa justa que quieras ser”.
Esa es la buena noticia del evangelio. Gracias a la expiación de Jesucristo, “no necesitamos sentir que debemos ser para siempre lo que somos actualmente”. Nuestras debilidades pueden convertirse en fortalezas, y no necesitamos ser definidos para siempre por nuestros errores pasados. En cambio, podemos “iluminar nuestro día al hacer ahora lo correcto”.
Piense en pequeño y de manera sencilla
A veces nos olvidamos del poder de las cosas pequeñas y sencillas, ese cambio duradero sucede poco a poco, día a día. Deseamos alcanzar la perfección en un instante, pero no necesitamos ser perfectos hoy. Simplemente necesitamos “esforzarnos un poco más, ser un poco mejores”.
Como dijo el élder David A. Bednar: “Las personas comunes que realicen fiel, diligente y constantemente las cosas sencillas que son correctas ante Dios cosecharán resultados extraordinarios”.
Son los pequeños pasos, uno tras otro, los que nos acercan a Dios y a nuestro potencial.
No está solo
No importa cuánta fuerza de voluntad tengamos o cuán buenas sean nuestras intenciones, nunca alcanzaremos nuestro potencial completo. Pero si humildemente preguntamos, Dios puede darnos dirección y fuerza más allá de la nuestra.
“Dios los ayudará a llegar a ser algo mayor de lo que ustedes creyeron posible; y descubrirán que el evangelio de Jesucristo en verdad funciona en su vida. Funciona".
No se rinda
Puede requerir más de un intento. Puede ser más de cien intentos. Pero si al principio no tiene éxito, no se preocupe, no se rinda.
El presidente Monson nos recuerda que “A veces, el valor es esa vocecita suave que, al final del día, dice: ‘Mañana volveré a intentarlo’ ”. Darse cuenta de que el cambio duradero toma tiempo, y que su primer intento no tiene que ser su único intento.
El élder Jeffrey R. Holland dijo: “Sigan amando; sigan tratando; sigan confiando; sigan creyendo; sigan progresando. El cielo los está animando hoy, mañana y siempre”.
¿Ahora qué?
Celebramos el nuevo año como nuestra gran oportunidad de hacer resoluciones y convertirnos en mejores personas. Pero la automejora no debe limitarse a una sola página en el calendario. Cada año nos brinda 365 oportunidades para cambiar. Cada día es una nueva oportunidad para crecer.
Mientras se esfuerza por alcanzar sus metas, no solo en enero, sino durante todo el año, recuerde que el evangelio es el mejor plan de automejora y un camino seguro para hacer su mejor esfuerzo.