Una persona cuidadora es aquella que brinda el apoyo requerido para el cuidado de otra persona que se encuentra en situación de dependencia, ya sea de manera transitoria o definitiva, para satisfacer sus necesidades básicas y contribuir a la mejora de su calidad de vida.
Se destacan las modalidades de cuidador profesional y cuidador familiar:
El cuidador profesional o formal es aquella persona que brinda un servicio de atención y asistencia domiciliaria remunerado, que involucra labores domésticas y de auxiliar de enfermería. Aplica conocimientos teóricos y prácticos para el apoyo y acompañamiento en la rutina diaria, así como la atención de las demandas y requerimientos de la persona que cuida.
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En cambio, el cuidador familiar es ejercido por un miembro del grupo familiar, un amigo o un conocido de la persona a cuidar. No posee una capacitación formal, no percibe ninguna remuneración y no tiene un horario definido para ejercer las labores de cuidado.
La Iglesia de Jesucristo enseña respecto al cuidado del adulto mayor: “Que estos años, en el ocaso de la vida, sean sus mejores años mientras viven, aman y sirven plenamente. Y que Dios bendiga a aquellos que los atienden en sus necesidades: su familia, sus amigos y los miembros y los líderes de la Iglesia”.