Hace cientos de años, Shakespeare escribió estas inmortales palabras: “Quienes no muestran su amor, no aman”. Sí, el amor es un sentimiento, una emoción, y un sustantivo. Pero, más aún, amor es un verbo, una acción, una decisión. Los sentimientos vienen y van, pero las acciones, como servir, sacrificar, o expresar amor, respaldan esos sentimientos con el paso de los años. Nuestros hechos hablan de la profundidad y el significado de nuestro amor, y dan esencia a los sentimientos, ayudándonos a permanecer firmes y verídicos.
Entonces, ¿cuáles son las acciones que expresan nuestro amor? ¿Cómo podemos demostrar ese sentimiento en hechos? Las maneras de hacerlo son innumerables.
Shakespeare dijo que el amor es “un faro siempre fijo que a la tempestad mira y no se estremece”.
El amor verdadero y abnegado no se debilita cuando la vida se vuelve más compleja y difícil. En todo caso, las raíces y las ramas de nuestro amor se profundizan y se extienden más y más con cada experiencia vivida —incluso con las inesperadas o las problemáticas.
Este tipo de amor es el poder más perdurable y necesario en el universo. Claro que, como con todo lo que es de gran valor, el amor no florece de un día para el otro, sino que crece gradualmente hasta alcanzar su máxima belleza. Lleva tiempo, pero el amor no se inmuta, ya que, como enseñó el apóstol Pablo, “todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, y nunca deja de ser” (1 Corintios 13:7-8).
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)