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La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 24 de enero como Día Internacional de la Educación, en razón de celebrar el papel que la educación desempeña en la paz y el desarrollo. La educación es un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva.
La educación es un derecho humano
El derecho a la educación está consagrado en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La declaración exige la educación primaria gratuita y obligatoria. La Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada en 1989, va más allá al estipular que los países deberán hacer que la educación superior sea accesible para todos.
La educación es clave para el desarrollo sostenible
Cuando se adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la comunidad internacional reconoció que la educación es esencial para el éxito de sus 17 objetivos. El objetivo cuatro del desarrollo sostenible tiene, concretamente, como objetivo “garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos” para el año 2030.
La educación para la Iglesia
Toda verdad proviene del Padre Celestial y tiene como fin el bien de Sus hijos. Dios quiere que eduquemos nuestra mente, mejoremos nuestras destrezas y perfeccionemos nuestras habilidades para que seamos una influencia más positiva en el mundo; que proveamos lo necesario para nosotros mismos, nuestra familia y los necesitados; y que edifiquemos el Reino de Dios (véase Doctrina y Convenios 88:78–80).
Conforme nos familiarizamos con la verdad por medio de fuentes buenas de toda índole, estaremos mejor preparados para trabajar en el mundo y servir en el Reino de Dios. El Señor reveló: “La gloria de Dios es la inteligencia, o en otras palabras, luz y verdad” (Doctrina y Convenios 93:36).
Toda verdad, ya sea religiosa o secular, está incluida en el plan de Dios para nuestra salvación y felicidad. El profeta José Smith enseñó: “Cualquier principio de inteligencia que logremos en esta vida se levantará con nosotros en la resurrección; y si en esta vida una persona adquiere más conocimiento e inteligencia… hasta ese grado le llevará la ventaja en el mundo venidero” (Doctrina y Convenios 130:18–19).
El Señor nos ha dado dones y nos anima a mejorarlos y procurar obtener otros (véanse Doctrina y Convenios 46:8, 11; 1 Corintios 12:31). Además, también nos ha mandado “busca[r] conocimiento, tanto por el estudio como por la fe” (Doctrina y Convenios 88:118). Los líderes de la Iglesia alientan a los miembros a participar en la labor de aumentar la alfabetización, el aprendizaje y la capacitación en habilidades.
Los profetas actuales de Dios han alentado a los hombres y a las mujeres a obtener la mayor educación posible. El presidente Gordon B. Hinckley dijo a los jóvenes que “[se esfuercen] por conseguir una instrucción académica… Obtengan toda la capacitación que puedan” (“Sean dignos de la joven con la cual se van a casar algún día”, Liahona, julio de 1998). El presidente Thomas S. Monson instó a las jovencitas a “obtener instrucción académica, si es que aún no lo están haciendo o no lo han hecho” (“Tres metas para guiarte”, Liahona, noviembre de 2007).