A través de la historia, cuando los seres humanos hemos enfrentado serios retos, hallamos fuerzas en la solidaridad y en la unión. Las guerras, los desastres naturales y las crisis de la salud nos han inspirado a buscar el consuelo mutuo.
En el curso del último año, hemos hecho frente a un desafío singular: en momentos en que debemos sentirnos conectados con otras personas, a fin de proteger la salud, no podemos hacerlo. Esta pandemia restringe lo que más necesitamos. Es una amarga paradoja: necesitamos amor, pero en cambio, muchos sienten una profunda soledad.
Pese a ello, hay personas buenas que encuentran la forma de sociabilizar prudentemente, y al hacerlo, hallan la cura para la soledad, la propia y la de los demás.
Algunos estudios realizados durante la pandemia indican que la gente puede reducir enormemente sus sentimientos de soledad en momentos difíciles, “haciendo cosas que no requieran mayor inversión de tiempo ni de dinero”, como prestarle servicio a un vecino, u ofrecerle palabras de ánimo. De hecho, apenas saludarle o sonreírle es suficiente. Los participantes en el estudio que conocían al menos a seis vecinos, dijeron sentir menos soledad, depresión, y ansiedad con relación al COVID-19.
Tal como comentó la directora del estudio, no es necesario que las conexiones sean con familiares o amigos cercanos. “Algo sencillo como saludar a su vecino”, dijo ella, “puede marcar una gran diferencia”. Aun breves interacciones nos ayudan a sentir que compartimos una comunidad, que estamos conectados con otras personas y que nos apoyamos los unos a los otros.
Como resultado, nos sentiremos menos aislados y desanimados. Eso nos lleva a otra paradoja, aunque esta es más positiva. Cuando percibimos el desinterés, lo mejor es interesarnos en alguien. Cuando nos sentimos abatidos, la mejor manera de sobreponernos es ayudar a alguien a elevar su espíritu. El Salvador del mundo —quien entendía tanto el amor como la soledad— lo enseñó así: al perdernos en el servicio a los demás, aun en momentos difíciles, nos hallaremos a nosotros mismos.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)