El 13 de enero se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Depresión, un trastorno complejo que influye en el estado de ánimo, el pensamiento, el comportamiento y la función física, y se caracteriza por una profunda tristeza, pérdida de interés, cambios en el apetito y el sueño, fatiga, sentimientos de culpa y dificultades en la concentración.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma significativa a la carga global de morbilidad. Se estima que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, siendo más prevalente en mujeres que en hombres.
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Entre los principales rasgos característicos de la depresión se destacan tristeza permanente, pérdida de interés o placer en las actividades de la vida cotidiana (anhedonia), aislamiento, trastornos del sueño y del apetito, falta de concentración y sensación de cansancio.
En cualquier caso, se requiere atención médica especializada para su oportuno diagnóstico y tratamiento. No se trata de un simple decaimiento en el estado de ánimo o emocional, ya que puede conllevar al surgimiento de otras enfermedades como estrés, fobias, ansiedad, trastornos obsesivos y en el peor de los casos conducir al suicidio.
Superar un episodio depresivo requiere orientación médica especializada y apoyo por parte del entorno afectivo y familiar de la persona afectada.
Sobrellevar la tristeza y la depresión
El Salvador prometió que en Él podemos tener una plenitud de gozo (véase Doctrina y Convenios 101:36). Sin embargo, los momentos de tristeza y desánimo son una parte normal de nuestra experiencia mortal. Es posible que a veces experimentemos sentimientos más graves de desesperanza y depresión. El Padre Celestial y Jesucristo proporcionaron recursos para ayudarnos a avanzar con fe durante los momentos de dificultad emocional.