A menudo, se les pregunta a los niños: “¿Qué quieres ser cuando seas mayor?”. En la vida preterrenal, si se nos hubiera hecho una pregunta similar, nuestra respuesta podría haber sido, simplemente: “Quiero ser como nuestros padres celestiales”.
A menudo, la crianza de los hijos tiene que ver con la hora de acostarse y de bañarse, la enseñanza y las rabietas, corregir y consolar. Sin embargo, quizás podamos retroceder un momento y ver nuestra función de padres desde una perspectiva más amplia, recordando la naturaleza divina de nuestros hijos —que ellos también son hijos de Dios— y que tienen un destino divino, incluso llegar a ser como Dios algún día (véase Doctrina y Convenios 132:20).
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “Nuestra teología empieza con padres celestiales, y nuestra aspiración más elevada es lograr la plenitud de la exaltación eterna” y cada uno de nosotros tiene ese potencial divino. En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” se afirma: “Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son creados a la imagen de Dios. Cada uno es un amado hijo o hija procreado como espíritu por padres celestiales y, como tal, cada uno tiene una naturaleza y un destino divinos”.
Los padres pueden ayudar a los hijos a transitar y a tener éxito en su camino para llegar a ser como Dios. Sin embargo, para llegar a ser más como Él, nuestros hijos primero deben aprender más acerca de cómo es Dios. Una de las razones por las que Jesucristo vino a la tierra fue para ayudarnos a entender a nuestro Padre Celestial. Como dijo el Salvador: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30); “El que me ha visto, ha visto al Padre” (Juan 14:9). Para llegar a ser como Dios, nos volvemos al Salvador, aprendiendo de Él.
Estas son cuatro cosas que podemos hacer para ayudar a nuestros hijos a aprender quién es Jesucristo y, por lo tanto, a llegar a conocer a su Padre Celestial:
- Enseñarles a confiar en los apóstoles y profetas del Salvador.
- Enseñarles a actuar con fe.
- Enseñarles la importancia de la revelación.
- Ejemplificar las cualidades del Salvador.