En el transcurso de los últimos dos años, la pandemia nos ha planteado algo rara vez visto en el mundo, un infortunio común. Aunque todos hemos pasado por experiencias diferentes, nadie ni ningún rincón de la tierra se ha visto exento de esta plaga moderna. El mundo se ve distinto; los lugares de empleo, las escuelas y tantas otras cosas, se han visto forzados a adaptarse. Pese a todo, en medio de tanto cambio e inestabilidad, también hemos vuelto a descubrir cosas que nunca cambian; cosas perdurables que valoramos hoy más que nunca.
Por ejemplo, hemos redescubierto el valor de las conexiones, de los contactos y del amor, pues nos necesitamos los unos a los otros. Aunque las llamadas por video y las reuniones en línea son innovaciones milagrosas, la pandemia nos ha enseñado que nada substituye a una conversación cara a cara con un amigo o al cálido abrazo de un familiar. Hay algo irremplazable en la experiencia de estar juntos.
También hemos vuelto a descubrir el valor de la bondad, la compasión, y la paciencia. Una de las consecuencias lamentables de tanta distancia social es que a menudo también nos separa emocionalmente. Como resultado de ello, la gente es más propensa a usar el sarcasmo, la ira, y la crítica, para expresar sus desacuerdos, especialmente en los medios sociales. Al mismo tiempo, nos sentimos más inspirados que nunca cuando alguien remplaza esas tendencias con palabras y hechos de bondad, gratitud, y respeto. El poder de la bondad nunca resulta tan obvio como cuando nos toma por sorpresa.
Claro que jamás dudamos de la importancia de la cercanía social y de la bondad. Estos grandes principios han aportado esperanza y dicha a la humanidad en momentos de pruebas y tragedias, pero, a veces, en medio de nuestros pesares, nos centramos en cosas que carecen de mayor valor. El respetado líder religioso, Russell M. Nelson declaró, “El gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene todo que ver con el enfoque de nuestra vida”.
Dios no siempre nos aleja de las circunstancias difíciles, pero sí nos da principios verdaderos para mantenernos enfocados. Si nos centramos en nuestras relaciones más preciadas, en conectarnos con seres queridos, hallaremos fuerza para perseverar. Si nos centramos en ayudar y servir a otras personas, veremos que nuestros problemas decrecerán en magnitud. Por sobre todo lo demás, si nos centramos en el Señor y Su bondad, hallaremos gozo, el cual siempre ha estado a nuestro alcance, solo debemos saber dónde buscarlo.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)