Nota de prensa

El redil de Dios

Hay un simbolismo en las escrituras acerca de las ovejas, los pastos verdes y el Buen Pastor. El Buen Pastor, nuestro Salvador Jesucristo, cuida del rebaño, va tras los descarriados y nunca se da por vencido

Tres veces más ovejas que personas viven en el hermoso país de Gales, las cuales han pasado a ser parte integral del paisaje. Casi todos los días, en las laderas de las colinas y a lo largo de los caminos, las ovejas siguen a sus pastores, y aunque algunas de ellas quizá se aparten, el pastor confía en que hallarán su camino de regreso al redil. Al contemplar la campiña galesa, uno no puede menos que pensar en el simbolismo de ovejas, verdes praderas, y el Buen Pastor.

Cuán magnífico sería si la vida fuera siempre tan verde y revitalizadora como estos prados, pero, a veces nos lleva por áridos desiertos y frías llanuras. Como bien lo indican las escrituras, “todos nosotros nos hemos descarriado como ovejas” (véase Isaías 53:6). Mas también es cierto que, al igual que las ovejas, todos tenemos un pastor. Con Su voz apacible y familiar, (véase Juan 10:27) el Buen Pastor nos lleva “junto a aguas de reposo” (Salmo 23:2).

La prosa del poeta inglés William Blake parece describirlo perfecta y hermosamente:

Tierno corderito, ¿quién te creó?
¿Sabes, acaso, quién te creó;
te dio vida y proveyó apoyo
en la pradera y junto al arroyo;
cubrió tus lomos con suave lana,
espejo del sol de la mañana;
y te concedió tan suave balido
que llena los valles de angelical sonido?
(Véase The Lamb,” in “Songs of Innocence and Experience,” de William Blake, publicado en 1866).

Cuando nos alejamos, el Buen Pastor viene a nuestro rescate, porque Él se interesa tanto en el que se aparta como en los noventa y nueve que permanecen. Él nunca se da por vencido con nosotros, y cuando nos encuentra, nos carga sobre Sus hombros, se regocija por habernos hallado, y nos lleva de vuelta al redil (véase Lucas 15:3-7). ¿Qué nos pide a cambio de Su bondad y gracia?, nos invita a apacentar a Sus ovejas, (véase Juan 21:16), y a ayudar a otros que andan errantes a regresar también a su hogar (véase Hebreos 12:12).

Lo que hace que esta invitación sea tan significativa, es que nuestro Buen Pastor es también el Cordero de Dios. Él conoce la senda que lleva a la paz y a la seguridad pues Él anduvo, al igual que nosotros, “por el valle de sombra de muerte” (Salmos 23:4) y salió victorioso. Él sabe lo que significa ser un cordero como nosotros.

El poema de William Blake lo expresa de este modo:

Tierno corderito, ¿quién te creó?
Tierno corderito, te lo diré yo.
A Él por tu nombre se le llama,
pues ser un Cordero Él mismo proclama.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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