Nota de prensa

El servicio sencillo puede ser significativo

Estar dispuestos a servir de maneras sencillas permite que Dios bendiga a los demás por medio de nosotros, y nos bendice al mismo tiempo

Por Rebecca L. Craven

Segunda Consejera de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes

La familia de nuestra hija afrontó un grave problema médico y unos vecinos amables organizaron cenas. La primera noche, llegó una olla caliente de sopa de pollo con fideos, acompañada de galletas de chocolate recién hechas. A la tarde siguiente, unos amigos llevaron el almuerzo: sopa de pollo con fideos y galletas de chocolate. Y esa noche, sí, la sopa de pollo con fideos y las galletas de chocolate fueron la cena escogida por otro buen samaritano. Y a la noche siguiente —lo adivinaron—, llegó otra olla de sopa de pollo con fideos y galletas de chocolate para la cena.

Esta no es solo una historia divertida sobre la sopa de pollo con fideos y las galletas de chocolate; es una historia de cómo se cuidó a una hermana y a su familia necesitadas. Con cada cucharada de sopa y cada bocado de galleta de chocolate, nuestra hija y su familia se sintieron amados y apoyados. Cada olla de sopa y cada plato de galletas estaba hecho con una receta diferente que era exclusiva de cada hermana. ¿No es así como somos en nuestro servicio? Tendemos una mano en nuestra propia singularidad, a nuestra propia manera y con recetas inspiradas personalmente. No nos preocupamos tanto por lo que debemos hacer; simplemente lo hacemos.

Como pueblo del convenio, hemos prometido servirnos unos a otros. Estar dispuestos a servir de maneras sencillas permite que Dios bendiga a los demás por medio de nosotros, y nos bendice al mismo tiempo. Un acto de servicio sencillo no es menos significativo.

Rebeca, del Antiguo Testamento, fue un ejemplo de servicio sencillo y atento. Cuando los viajeros llegaban a su casa y pedían beber del pozo, ella les servía con gusto, y luego iba más allá, ofreciéndose a sacar agua para sus camellos. Ese sencillo servicio no significaba que no fuera difícil: los camellos pueden beber litros y litros y, sin embargo, ella sirvió de buena gana, llenando la pila y corriendo de nuevo para sacar más agua hasta que los diez camellos terminaron de beber el agua que daba vida. Rebeca no esperaba gloria alguna a cambio de su sencillo servicio, pero al demostrar su carácter, fue bienvenida a la familia de Isaac y bendijo generaciones por medio de su hijo Jacob, el padre de la casa de Israel (véase Génesis 24).

Fuente: Revista Liahona, Febrero 2022

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