Tenemos la bendición de vivir en un mundo de altos y de bajos, de luz y de oscuridad, de bien y de mal. Nos regocijamos en lo bueno, pero puede asaltarnos la incertidumbre cuando, pese a nuestros mejores esfuerzos, ocurren accidentes, se cometen errores, y cosas malas les suceden a personas buenas.
A veces, cuando ocurre todo eso nos sentimos tentados a llegar a la conclusión de que la vida no tiene sentido, o que es naturalmente caótica. En esos momentos, necesitamos la certeza que el Coro acaba de expresar en palabras extraídas de los Salmos: “No se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”.
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Sí, gran parte de la vida es impredecible, pero podemos contar con que el Dios del universo nos tiene presentes, vela por nosotros, y está dispuesto a guiarnos a lo largo del serpenteante camino de la vida. Eso no significa que Él determina cada detalle o efecto. Dios no es el gran controlador, sino el gran Padre que ama a Sus hijos y desea que aprendamos y crezcamos. Así que nos envía a un mundo de altos y de bajos, de luz y de oscuridad, de bien y de mal, y permite que escojamos.
Junto a ese poder de elección, Dios nos ha dotado de una chispa de esperanza, una luz interior de verdad y bondad; un recordatorio de que Él nos cuida, aun en los momentos difíciles, y que, gracias a Él, todo será para nuestro provecho.
Claro que con el poder de escoger llega la posibilidad de tomar decisiones buenas y no tan buenas. Pero el Señor nunca se da por vencido con nosotros, ni siquiera cuando cometemos errores. Si nos volvemos a Él, nos ayudará, y aunque no nos libra de todos nuestros problemas, tampoco nos deja solos para enfrentarlos. Aun en momentos de oscuridad, podemos confiar en Él y saber que desea guiarnos hacia la felicidad. Su amor absoluto nos brinda esperanza aun en los momentos más tenebrosos de la vida.
Así como un padre espera levantado hasta que sus hijos adolescentes llegan a la casa, preocupado por saber que están bien y deseoso de escuchar sus experiencias, nuestro Padre Celestial siempre está velando, en días buenos y malos. Sabiendo que Él “no se adormecerá ni dormirá”, podemos estar seguros de Su amor y cuidado continuos.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)