Hace unos años, un niño de quinto grado estaba orando en el pasillo de la escuela. Su tía había fallecido inesperadamente a principios de esa semana, y la familia había acordado hacer una pausa a las 11:30 de la mañana para unirse en oración por todos los afectados por la tragedia.
Un compañero de clase notó que el niño oraba y más tarde se acercó a él en el patio de recreo, entregándole un billete de un dólar de los Estados Unidos. Como todos los billetes de dólares de los Estados Unidos en circulación, en el reverso se leía: "En Dios confiamos". El compañero de clase le dijo al niño de quinto grado que confiara en Dios y que todo estaría bien.
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Tres años más tarde, el niño de quinto grado ahora era un estudiante de octavo grado mayor y más maduro. Se enteró de otro hombre, casi 40 años mayor que él, que necesitaba consuelo. El niño escribió una breve carta al hombre mayor que esencialmente decía: "Alguien me dio esto cuando estaba pasando por un momento difícil. Y ahora quiero dártelo". Incluido en la carta estaba el mismo billete de un dólar que le dieron a ese pequeño estudiante de quinto grado en el patio de recreo tres años antes. Y allí, en el reverso del billete, estaba, por supuesto, la misma inscripción: "En Dios confiamos". Con lágrimas en los ojos, el hombre llevó el billete de un dólar a su casa y lo colocó en su tocador, donde él y su esposa podían mirarlo cada día y recordar que debían confiar en Dios en cada una de sus necesidades.
Confiar en Dios fortalece nuestra confianza, disipa nuestros temores y sienta las bases para que ocurran milagros.
Esto fue cierto para el rey Ezequías cuando su pueblo se enfrentó a los vastos ejércitos invasores de Asiria. Dijo a sus soldados: "Sed fuertes y valientes, no temáis ni desmayéis... porque hay más con nosotros que con él: con él hay un brazo de carne; pero el Señor nuestro Dios está con nosotros para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo se apoyó en [sus] palabras" (ver 2 Crónicas 32:7-8). Y se salvaron.
Al igual que el rey Ezequías y su compañero de quinto grado, a medida que cada uno de nosotros se esfuerza por confiar en Dios, podemos estar seguros de que Dios peleará nuestras batallas. Él será "nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación" (Salmo 46:1). "Porque para Dios nada es imposible" (Lucas 1:37).
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)