Algunas veces, al leer las noticias, parecería que estuviéramos leyendo las profecías de la Biblia que hablan del fin del mundo. El apóstol Pablo se refirió a estos como “tiempos peligrosos”, cuando la paz sería quitada de la tierra, cuando los cielos y la tierra temblarían, y cuando los hombres desfallecerían a causa del temor. Aunque no se trata del fin del mundo, hoy nos agobian sentimientos de miedo y ansiedad. Peor aún, a menudo esos sentimientos afloran en forma de rencor y hostilidad hacia otras personas. Todo ese estrés está teniendo un profundo efecto en la salud y el bienestar de muchos de nosotros.
Algunos pueden interpretar todo el caos y el temor como evidencia de que Dios no existe, pero eso, por supuesto, lleva a producir más caos y temor. ¿Qué sucedería si los peligros de nuestros días nos acercaran a Dios en vez de alejarnos de Él?
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Por ejemplo, piense en cómo cambiaría nuestra perspectiva de la vida si aprendiéramos a reconocer el incesante amor de Dios por Sus hijos más allá de lo que sucede a nuestro alrededor.
Tal vez ese amor nos inspiraría a brindar apoyo a otras personas, cualesquiera que fueren sus circunstancias individuales. Entonces, ese amor nos llenaría de gratitud por todas las cosas buenas que disfrutamos en la vida, entre ellas, los valores y las creencias que nos caracterizan.
Quizá entonces podríamos forjar una comunidad llena de afecto donde la paz y el gozo prevalecieran y donde el temor ya no causara aflicción.
Alguien declaró que “la religión en un creyente devoto es un elemento sin paralelos como paliativo del estrés. La religión nos dice que Dios nos ama y que, ante cualquier circunstancia, nos cuidará”.
Creer en un Dios de amor nos dará confianza en el presente, y esperanza para el futuro. Al edificar sobre los cimientos de la fe en el Todopoderoso, podremos resistir los vientos del temor que nos acometen, y superar la conmoción del mundo que, de otro modo, nos abrumaría por completo.
El apóstol Juan ofreció gran consuelo cuando declaró, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. La ansiedad y el miedo se pueden encarar y hasta remplazar con paz y esperanza al centrarnos en amar a Dios y en amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)