Casi todos los domingos por la mañana, llego temprano antes del comienzo de nuestra emisión semanal de Música y Palabras de la Inspiración (Music and the Spoken Word»). A menudo tomo asiento al fondo de la sala de conciertos y observo cómo se va llenando el coro, uno a uno, con los miembros del Coro del Tabernáculo de Temple Square.
Los sonidos procedentes de los pocos miembros del coro que ya están allí son al principio suaves y apenas perceptibles. A medida que el coro se va llenando, los saludos matutinos se hacen más fuertes hasta que resulta imposible entender lo que se dice.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Cada semana me maravillo al presenciar este acontecimiento: una voz que se une a cientos de otras, todas ellas personas diferentes de lugares diferentes con experiencias vitales diferentes que se unen y crean un sonido magnífico.
El sonido del Coro del Tabernáculo, o de cualquier coro, se encuentra en la unión y la unidad de las voces. Cada voz importa y marca la diferencia. Pero la fuerza y la contribución de una sola voz no sólo se encuentran en el canto, sino también en la escucha.
Mack Wilberg suele recordar al coro: «La clave para triunfar en el coro es escuchar más alto de lo que se canta». Uno de los grandes secretos de las armonías celestiales que crea un coro no se encuentra en las voces que cantan más alto, sino en escuchar a los demás.
Los coros de la vida están formados por familias, comunidades y asociaciones laborales, por nombrar algunos. Cada uno de estos coros incluye a personas que son únicas y diferentes. La diversidad de voces y experiencias vitales es importante y, cuando se escucha, puede contribuir al hermoso crescendo de canciones que canta un coro.
Cuando escuchamos más alto de lo que cantamos, descubrimos la belleza de la voz de nuestro prójimo. Oímos y sentimos su contribución. Cuando escuchamos de verdad, nuestras voces pueden complementar las suyas de una manera que construye, sostiene y eleva.
Sí, cuando escuchamos de verdad, incluso más alto de lo que cantamos, elevamos la voz del otro en una verdadera armonía melodiosa.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)