Esta Nota es cortesía de Thechurchnews.com
Por Tamara W. Runia, primera consejera de la presidencia general de las Mujeres Jóvenes
El año pasado comencé a tener ráfagas de ideas. Sabía que no provenían de mi mente ocupada.
Las sentía como estrellas fugaces, destellos de luz y esperanza. Aunque inesperadas y fugaces, las anoté todas.
Justo antes de Navidad, recibí una carta de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pidiéndome que hablara en la conferencia general de abril de 2025. Sabía de qué debía hablar. Entonces comenzó la oposición.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
He sentido oposición del adversario antes, y tal vez ustedes también: oposición al intentar ir al templo o ministrar a una persona necesitada, al procurar hacer el bien y ser mejores. Es real.
Lo sentí en oleadas mientras preparaba mi discurso y me alistaba para compartirlo: oleadas de duda y desánimo. Era una voz en mi mente que decía: “No eres buena en esto. No eres lo suficientemente buena. ¿En qué estabas pensando?”.
¿Conocen esa voz? La que golpea con frases hirientes. ¿Qué pasaría si se detuvieran a preguntar: “¿La conversación que escucho me ayuda o me daña?”. Las cosas que nos decimos importan: tienen el poder de herir o sanar, de humillar o fortalecer.
Antes de hablar en la conferencia general, literalmente tuve que decir en voz alta: “Tú no eres la voz en tu cabeza”. Debajo de esa sensación de pesadez había un rayo de esperanza, con la certeza de que esas palabras podrían animar a otros que se sintieran como yo.
Cuando somos testigos de Cristo, aceptamos el don del arrepentimiento o ayudamos a otros a prosperar en Su reino, enfrentamos a un adversario real que busca disuadirnos y debilitarnos.
He aprendido que cuando no actuamos conforme a los buenos sentimientos, esos deberes pendientes nos persiguen en el futuro. Así que, cuando enfrenten oposición y la oscuridad parezca envolverlos, recuerden que Satanás es el ladrón de la esperanza (véase José Smith—Historia 1:15).
Pero el Salvador siempre brilla más que la oscuridad. Recurran a Su luz. No se rindan ni se den por vencidos.
Escuchen Su voz y atiendan a ella: la voz que inspira cosas buenas, porque Él es su mejor y más fiel amigo celestial
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Hermana Tamara W. Runia: Escuchen Su voz y atiendan a ella – Church News