La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días lanzó el 19 de julio, una serie documental de 3 vídeos que relatan la vida de Reyna I. Aburto de origen nicaragüense, quien actualmente presta servicio como segunda consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro, una de las organizaciones de mujeres más grande del mundo.
Parte del rodaje se realizó en su país natal Nicaragua, en el mes de diciembre de 2017.
La hermana Aburto recuerda dos incidentes que vivió durante la infancia y que afectaron su vida: sobrevivió al terremoto que destruyó su casa y mató a su hermano menor en 1972 y vivió el período de la guerra civil en Nicaragua. A través de estas experiencias difíciles de pérdida, incertidumbre y temor, aprendió que las relaciones familiares, el amor y la fe son nuestras posesiones más preciadas.
Asistió a la Universidad Centroamericana, donde estudió ingeniería industrial y tiene un título de grado asociado en ciencias de la informática de la Universidad Utah Valley.
Como joven adulta y madre nueva, Reyna Aburto quedó devastada cuando su esposo cayó en la adicción. Cuando se hizo evidente que ya no podía confiar en él, sabía que tenía que irse. Después de una difícil separación de su primer esposo, Reyna Aburto encontró esperanza en el Evangelio de Jesucristo. Su nueva fe la condujo a la paz, la esperanza y el amor que buscaba.
En 1989, después de pasar por un momento difícil en su vida, fue invitada por los misioneros a asistir a la Iglesia en California. Ella tenía dudas al principio, pero recuerda sentirse segura y en casa al momento que entró en el centro de reuniones. Unas semanas más tarde, a los 26 años, fue bautizada. Dice que "nunca ha dejado de maravillarse por la belleza del Evangelio," pertenecer a la Iglesia es un privilegio, comentó.Reyna Aburto está casada actualmente con Carlos Aburto, quien es de México, y con quien tiene tres hijos. Para la hermana Aburto su esposo, Carlos, es su “mejor amigo” y su “mayor apoyo” y le gusta pasar tiempo con sus tres hijos y sus dos nietos.
Ella encuentra paz ante el conocimiento de que “existen los hombres para que tengan gozo” (2 Nefi 2:25) debido a que todas nuestras “aflicciones… pueden ser consumidas en el gozo de Cristo” (Alma 31:38).