Cuando vemos a alguien que es exitoso y admirado, lleno de buenas cualidades y buenas obras, podemos asumir que él o ella siempre tiene confianza y nunca se siente abrumado. Mientras tanto, dolorosamente conscientes de nuestras propias debilidades, podríamos dudar de nuestra capacidad para estar a la altura de los desafíos de la vida.
Pero si pudiéramos ver dentro de los corazones de los demás, sabríamos que todos enfrentamos momentos de duda, incluso los más exitosos entre nosotros. Un hombre que había hecho mucho bien en su vida y había superado muchos desafíos todavía luchaba con sentimientos de insuficiencia. Durante un tiempo, se centró en sus defectos y debilidades y se preguntó si era un fracaso.
¿Cómo superó esos sentimientos? Buscó la mano de Dios en su vida. Recordó cómo el Señor había estado allí para él en los momentos difíciles, y se llenó de gratitud por las bendiciones que había recibido. Esto no significó que todas sus pruebas desaparecieran. Pero ahora sabía que podía enfrentarlos, tal como siempre lo había hecho: poniendo su confianza en Dios y creyendo que, con el tiempo, todo estaría bien (véase 2 Nefi 4:16-35).
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La gratitud tiene ese efecto en nosotros. Puede cambiar nuestra perspectiva. Calma la mente frenética y nos devuelve a nuestro verdadero yo, ayudándonos a reconectarnos con nuestra bondad básica y nuestro poder personal innato (ver "Volver a la vida", por Joanna Macy y Molly Brown, 2014, p. 67). Lo más importante es que nos conecta con Dios, el dador de "toda buena dádiva" (ver Santiago 1:17). La verdad es que todos somos, por nosotros mismos, inadecuados. Pero no estamos solos. Dios ofrece su fuerza, ayudándonos a ver que nuestras vidas realmente están llenas de muchas cosas buenas, incluso cuando estamos en medio de algo difícil.
Las Escrituras nos enseñan: "Consulta al Señor en todas tus obras, y él te enderezará para bien; sí, cuando te acuestes por la noche, acuéstate al Señor, para que Él te cuide mientras duermes; y cuando te levantes por la mañana, llénate tu corazón de agradecimiento a Dios" (Alma 37:37).
Si comenzamos y terminamos cada día con gratitud, podemos encontrar paz en los buenos y en los malos momentos. Al reflexionar sobre nuestras bendiciones y confiar en el dador de esas bendiciones, podemos sentir gozo y un deseo renovado de seguir adelante, en gratitud.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)