Comunicado de Prensa

Historia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el Area Sudamérica Sur

Conmemoración del inicio de la predicación en Sudamérica

El Elder Melvin J. Ballard inició la Misión Sudamericana de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días en 1925. Permaneció en Buenos Aires durante seis meses, y  a su partida se efectuó una reunión de despedida en la casa de la familia Friedrichs en Liniers. Allí pronunció palabras proféticas que fueron registradas por el Elder Vernon Sharp en su diario personal.

“La Obra del Señor se llevará a cabo aquí en forma lenta por cierto tiempo, tal como un roble crece lentamente desde una bellota. No florecerá en un día como el girasol, que se desarrolla rápidamente y luego muere, pues miles se unirán a la Iglesia. Esta tierra será dividida en más de una misión y llegará a ser una de las más fuertes del Reino. La Obra es ahora muy pequeña aquí, pero vendrá el día en que los lamanitas de esta tierra tendrán su oportunidad. La Misión Sudamericana será una potencia en la Iglesia.”

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días se organizó el 6 de abril de 1830 en el estado de Nueva York, Estados Unidos, bajo la dirección del Profeta José Smith.

Los primeros misioneros iniciaron la labor de predicación en zonas aledañas, poco después viajaron hacia el oeste y en 1838 partieron hacia Europa.

Al mismo tiempo que un gran número de conversos se unía a la Iglesia en Europa y los estados del este de los Estados Unidos, la hostilidad y persecución religiosa hicieron que el núcleo principal de la Iglesia se trasladara al estado de Missouri, más tarde a Illinois para finalmente refugiarse en el desolado y solitario valle del Lago Salado, en el estado de Utah, en 1847.

Desde esa época hasta el presente, la predicación del Evangelio ha crecido en forma permanente, ha llegado a los cinco continentes en más de 160 países con un número de 60.000 misioneros al finalizar el siglo XX.

El Establecimiento de La Iglesia en Sudamérica

Ya en 1841 hay registros de que un misionero fue enviado hacia Sudamérica. Más tarde, en 1851 los Elderes Rufus Allen y Parley P. Pratt viajaron a Valparaíso, Chile, para iniciar la predicación. Estos misioneros no lograron establecer la Iglesia, ni tener conversos o realizar reuniones públicas, debido a la falta de conocimiento del idioma español y a la guerra civil que en esa época había en Chile. Después de tres meses regresaron a Lago Salado.

Fue en 1925 que la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días se estableció en forma definitiva en Sudamérica. Tres misioneros fueron enviados desde Utah a Buenos Aires para abrir la Misión Sudamericana.

El 6 de diciembre de 1925, embarcados en el Voltaire llegaron al puerto de Buenos Aires los Elderes Melvin J. Ballard del Consejo de los Doce Apóstoles y Rulon S. Wells y Rey L. Pratt de los Setenta.

En 1923 se habían mudado a Buenos Aires dos familias de conversos de Alemania, los Friedrichs y los Hoppe. Estas familias escribieron a la cabecera de la Iglesia en Utah solicitando la venida de los misioneros. Estas dos familias alemanas más algunos amigos y familiares que ellos ayudaron a convertirse a la Iglesia, constituyeron la primera congregación de mormones en América del Sur.

Los misioneros establecieron la primera Casa de Misión en la calle Rivadavia 8972, Buenos Aires, donde se efectuaron las primeras reuniones públicas. Alternaron sus actividades de predicación en Liniers donde vivían los Friedrichs, Dock Sud donde residían los Biebersdorf, primeros conversos de Buenos Aires y Lanús, donde vivían los Kullick, también conversos.

El día 12 de diciembre de 1925 se efectuó el primer servicio bautismal en el Río de la Plata, en Dock Sud. Con un grupo de miembros activos y varias familias interesadas en conocer la Iglesia. Los misioneros se prepararon para realizar la reunión de dedicación o apertura de Sudamérica para la predicación del Evangelio Restaurado de Jesucristo.   

El Parque Tres de Febrero

El Parque Tres de Febrero se ubica en el barrio porteño de Palermo y ha tenido muchas modificaciones durante el siglo XX.

Hoy día no es posible localizar el lugar exacto donde se realizó la reunión de dedicación de Sudamérica. Sin embargo, las memorias de los primeros misioneros permite identificar el sitio aproximado que se indica en el mapa de la página 10. Ellos señalaron que era una zona aun silvestre en la cual había sauces llorones.

En 1986, con motivo de la dedicación del Templo de Buenos Aires, visitó el Parque Tres de Febrero el hermano Frederick S. Williams, quien sirvió como misionero en 1927. Habiendo estado en el parque varias veces durante su misión marcó esta misma área como el lugar de la dedicación.

Determinar el lugar exacto no es de mayor importancia, el Parque Tres de Febrero es significativo para los Santos de los Ultimos Días porque trae a la memoria el inicio de la labor de la Iglesia en Sudamérica.

En la Conferencia General de la Iglesia de abril de 1978 el Elder Thomas S. Monson, en ese entonces miembro del Consejo de los Doce Apóstoles, se refirió al Parque Tres de Febrero con estas palabras:  

Otra demostración del poder de la oración la tuve el invierno pasado cuando fui a la hermosa ciudad de Buenos Aires, Argentina. Estaba en el Parque Palermo, situado en el centro de la ciudad y de pronto me di cuenta que estaba parado en terreno sagrado, porque allí, en la Navidad de 1925, el Elder Melvin J. Ballard, un Apóstol del Señor, había dedicado toda América del Sur para la predicación del evangelio. Es evidente que esa oración inspirada se cumplió, puesto que el crecimiento de la Iglesia en esas tierras ha sobrepasado las esperanzas más optimistas, dijo el Presidente Thomas S. Monson en la revista Liahona, Agosto 1978, pág. 29.

Testimonio de la hermana María Meta Biebersdorf de Párraga

Después de la guerra de 1914-18 mis padres resolvieron venir a la Argentina pues ya vivía acá mi tía Anna Kullick. En esa época en Argentina había trabajo y la situación en Alemania era muy difícil.

Mi padre, mi madre y yo llegamos a la Argentina el 3 de abril de 1923 y luego alquilamos una casa en Irala 1830 de Dock Sud. Tengo muchos recuerdos de esa casa, era de madera y chapa y construida sobre pilotes a causa de las frecuentes inundaciones de la zona.

Emil Hoppe y Wilhelm Friedrichs le presentaron a mi padre un Libro de Mormón antes de la llegada de los misioneros. Cuando mi padre recibió el Libro de Mormón lo leyó y sintió que era la Iglesia verdadera y luego quiso bautizarse.

Aunque yo era una niña pequeña conocí al Elder Ballard; era una persona muy amable. Fui bendecida por el Elder Rulon Wells.

Mi papá me contaba que el Elder Ballard era una persona muy querida y que él sabía que era un mensajero de Dios, que la Iglesia era verdadera y que tenía la autoridad para predicar el Evangelio en esta tierra.

El Elder Ballard visitó nuestra casa en Dock Sud y mi padre, mucho tiempo después de su partida, mencionaba en sus discursos las cosas que había oído de él en sus predicaciones.

 El primer grupo de Santos del continente sudamericano en Buenos Aires. La hermana Párraga es la niña a la izquierda de la primera fila. 

María M. Biebersdorf de Párraga, Historias Orales, 1997

Testimonio de Antonino Gianfelice

Corría el año 1926, mi padre había llegado de Italia en septiembre de 1920, el resto de la familia llegó en 1923, nos radicamos en el barrio de Liniers, yo tenía 5 años. Un domingo a la mañana fuimos a visitar a una familia amiga de mi padre. Mientras estábamos allí escuchamos cantar en lo que parecía una iglesia, eran extranjeros y había una familia de alemanes. Mi madre le pidió a mi padre que averiguara si era posible asistir. Durante esa semana pasó por nuestra casa un hermano repartiendo folletos puerta por puerta. Se trataba del hermano Friedrichs. El folleto se llamaba ‘El Evangelio Restaurado’, y al observar que las reuniones se efectuaban en la calle Rivadavia 8972, animó a la familia para comenzar a asistir a la Iglesia y lo hicimos poco después. (Manuscrito por Antonino Gianfelice, Buenos Aires, 1986. Otras referencias en Historias Orales de Antonino Gianfelice, Departamento Histórico, 1985, páginas 2 y 3)

Líder de la Iglesia para Argentina, Paraguay y Uruguay

ELDER CARLOS H. AMADO

Presidente del Area Sudamérica Sur

                “Al reflexionar sobre los grandes acontecimientos del mundo en el año 2000 y presenciar el escenario de la gran batalla entre el bien y el mal, es muy notorio lo opuesto de ambas fuerzas. Por un lado Satanás trata con todas sus artimañas y astucia de desviar a los hombres de su origen divino o minimiza todas sus virtudes, esforzándose junto con sus huestes malignas a despojarnos de todo lo bueno que tenemos, a veces susurrando verdades a medias o en ocasiones incitándonos abiertamente para que el hombre carnal que está en nosotros ahogue, reprima y finalmente destruya todo sentimiento noble, nos dice astutamente que en esta vida a cada uno le toca de acuerdo con su habilidad . . . que todo hombre progresa según su genio . . . y todo hombre conquista según su fuerza . . . y que cuando un hombre muere allí termina todo. . . que no hay pecado en tomar ventaja por causa de sus palabras. (1)

                Por otro lado las fuerzas del bien persuadiéndonos a "no cansarnos de hacer lo bueno" (2) a perseverar hasta el fin (3) con el propósito noble de volver algún día a vivir con nuestro Padre Celestial rodeados de nuestras familias teniendo fija nuestra esperanza en el gran Sacrificio Expiatorio de Jesucristo y Su promesa de que en verdad ganaremos la vida eterna en un lugar que llamamos Gloria Celestial. Ganar ese galardón requiere un gran esfuerzo, Cristo mismo que siempre dice la verdad nos lo advirtió cuando dijo que "la puerta es estrecha y angosto el camino que lleva a la vida eterna y pocos son los que lo hallan" (4).

                Esta época del fin del milenio es difícil, con tantos inventos, descubrimientos, comodidades físicas, facilidad de locomoción, satélites puestos en órbita para informarnos de fenómenos naturales, del clima, naves viajando a velocidades inimaginables hacia otros planetas, telescopios gigantes descubriendo nuevos mundos. Todo esto hace al hombre maravillarse de lo que descubre y rodea, pero tiende a olvidarse de su origen divino que es el mayor de todos los descubrimientos. La tremenda influencia masiva de los medios de comunicación para mostrarnos groseramente las prácticas de un mundo sin Dios, haciendo parecer lo malo como bueno y su invitación abierta a considerarlas aceptables para finalmente sucumbir a ellas.  Al ser fieles a Cristo y seguir Su ejemplo, Él nos anima y consuela al decir "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.  Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga" (5).

                Con la Primera Visión del entonces joven profeta José Smith en 1829, una nueva era de luz y conocimiento celestial inundó la tierra, los cielos se abrieron.  El Padre y el Hijo a través de José Smith restauraron verdades eternas, después de ello mensajeros celestiales a través de gloriosas revelaciones dieron instrucciones adicionales de principios eternos al profeta para garantizar que el gran propósito del Padre Celestial de proveer a Sus hijos de "inmortalidad y la vida eterna"6 se cumpliera en su totalidad.

                También se revelaron la importancia y la necesidad de tener profetas vivientes en estos últimos días.  Conocimiento adicional a través de escrituras antiguas y modernas tales como el Antiguo y el Nuevo Testamento, El Libro de Mormón, Doctrina y Convenios, La Perla de Gran Precio fueron reveladas y explicadas a estos siervos escogidos para entender el plan de salvación en toda su plenitud. 

                La Iglesia de Dios que empezó con seis hombres hace 180 años es ahora de más de 14  millones a pesar de las persecuciones constantes de hombres perversos.

                Al ver los inicios de la Iglesia nos maravilla observar hasta donde hemos llegado en el presente y adonde llegaremos en los años futuros.  El crecimiento de la Iglesia es un milagro en todo el mundo. Observamos con asombro lo sucedido en el Área Sudamérica Sur, que comprende los países de Argentina, Paraguay y Uruguay, desde 1925 la Iglesia empezó con tres familias, ahora somos 397.095 miembros, divididos en 85 estacas, 1.109 barrios y ramas, 14 misiones, 53 distritos. Empezamos la obra misional con 6 misioneros nativos en 1942 y ahora tenemos 962 sirviendo.  Contamos con 642 edificios dedicados, tenemos un templo en Buenos Aires, Argentina y uno en construcción en Montevideo, Uruguay. (Esta estadística no contempla a Chile, que no pertenecía al área al momento de esta declaración)

                Ciertamente nuestra capacidad de predecir lo que llegaremos a crecer estadísticamente en los siguientes 50 años no tiene límites, pero lo más importante es reconocer que la gran batalla por la salvación de los hijos de los hombres continúa, se gana por testimonio propio, conversión personal y perseverancia en los mandamientos, que estemos del lado correcto y que luchemos hasta el final sin desmayar, lo ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.”

1 Alma 30:17

2 Alma 37:34

3 3 Nefi 27:16

4 Mateo 7:13-14

5 Mateo 11:28-30

6 Moisés 1:39

 

Presidente Gordon B. Hinckley, presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Dias

“Que Dios nos bendiga con una perspectiva del lugar que ocupamos en la historia y que después que la hayamos recibido, nos bendiga con el deseo de mantenernos erguidos y de caminar con determinación de manera digna de los santos del Altísimo, es mi humilde oración, en el nombre de Jesucristo” (Mensaje de la Conferencia General de la Iglesia de octubre de 1999, Liahona enero de 2000, pág. 90)

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