Nota de prensa

Historias inmortales

Todos conocemos a esos personajes, porque hay algo de cada uno de ellos en nosotros

En la plaza de la Alcaldía de Copenhague, en una de las calles más concurridas de la ciudad, se erige una impresionante estatua de bronce. La calle lleva por nombre Bulevar H. C. Andersen, en honor a uno de los hijos predilectos de Dinamarca; un tesoro nacional, un mundialmente venerado escritor de cuentos.

Hans Christian Andersen nació en 1805 en Odense, Dinamarca, a unas dos horas de aquí. Hijo único de un humilde zapatero y una lavandera, Hans emergió de la pobreza hasta alcanzar la cima de la sociedad europea merced a su talento y tenacidad. Escribió poemas, novelas, ensayos, historias breves y, su contribución más perdurable al mundo de la literatura, cuentos de hadas.

De ellos Andersen dijo: “Cada uno de los personajes es extraído de la vida real; ni uno solo es inventado; he conocido a todos ellos”.

Veamos unas pocas de esas historias en las que se aprecian cosas más profundas: “El patito feo”, “La princesa y el guisante”, “El traje nuevo del emperador”, y “La sirenita”. Todos conocemos a esos personajes, porque hay algo de cada uno de ellos en nosotros. Al igual que el patito, sabemos cómo se siente alguien que no encaja entre los demás. Como la princesa, sabemos que algo pequeño puede marcar una gran diferencia. Todos valoramos a personas como el joven en el desfile del emperador, quien dijo lo que vio, aun cuando nadie más tuvo el arrojo de hacerlo. ¿Y quién, al igual que la sirenita, no ha visto magníficas oportunidades en decisiones difíciles?

Estos cuentos tienen vigencia tras más de 150 años de la muerte de su autor, porque no hablan solo de patos y de sirenas, sino de nosotros mismos.

La vida de Hans Christian Andersen no fue para nada un cuento de hadas, sino que estuvo llena de desconsuelos y problemas, mas él declaró:

“Para mí la vida es un cuento maravilloso y poético. Siento que una mano invisible y amorosa lo dirige todo; que no fue por mera coincidencia que yo saliera adelante, sino el producto de una mano paternal que me guio.

“La historia de mi vida dirá al mundo lo que me dice a mí, que hay un Dios amoroso que dirige todas las cosas para bien”.

Eso no es un cuento de hadas, sino una verdad universal eterna.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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