Nota de prensa

Joven futbolista chileno pausa su carrera profesional para servir una misión en Argentina 

Pablo Arteaga, arquero de 20 años, rechazó ofertas deportivas para servir como misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Mendoza, Argentina.

Pablo Samuel Arteaga Ponce, de 20 años, decidió dejar su prometedora carrera como arquero de fútbol profesional para servir una misión de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Arteaga empezó su servicio misional en septiembre, siendo asignado a la Misión Argentina Mendoza, donde dedicará dos años de su vida a predicar el evangelio de Jesucristo y servir a las comunidades locales.

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Nacido en Iquique en 2005, Pablo creció en un ambiente profundamente futbolero: su padre, su abuelo y él mismo compartieron la pasión por ser arqueros. Desde los 8 años jugó en equipos locales y en su adolescencia llegó a ser parte del club profesional Imperial Unido, donde se proyectaba como arquero titular y recibía ofertas de crecimiento en su carrera.

Sin embargo, durante su preparación en seminario, su asistencia al templo de Concepción y al escuchar un discurso del presidente Jeffrey R. Holland, Pablo sintió un cambio profundo en su vida.

“Cuando entré al templo y participé de la obra vicaria, sentí una paz y felicidad que no encontraba en el fútbol. En la cancha disfrutaba cuando ganaba, pero dentro del templo fue diferente: un gozo duradero. En ese momento decidí que quería servir una misión”, relató.

El llamado a pausar el fútbol

La decisión no fue fácil. A sus 18 años, Pablo estaba por iniciar una nueva temporada con su equipo, con mejores condiciones y proyección profesional.

“Me ofrecieron continuar, incluso con un aumento de sueldo. Pero esa noche, después de orar y conversar con mi familia, sentí el ardor en el pecho de que servir era lo correcto. Inmediatamente llamé a mis entrenadores y les expliqué que no continuaría. Fue un acto de fe y convicción”, expresó.

Algunos compañeros lo cuestionaron por “dejar pasar la oportunidad”, pero Pablo sostiene que eligió un camino mayor: “El fútbol me daba alegría momentánea. El evangelio de Jesucristo me da una felicidad duradera y un propósito eterno”.

Una familia unida en la fe

El joven pertenece al Barrio Nueva Imperial, Estaca Cautín, en Temuco. Su decisión también inspiró a su familia. Su hermana Paloma sirvió una misión en Argentina Neuquén, y su ejemplo lo motivó a tomar la misma senda.

“Antes no estábamos tan comprometidos como familia. Ahora siento que hemos progresado mucho juntos. He visto la mano del Señor en nuestro hogar desde que decidí servir”, contó.

Su obispo, Carlos Pardo, y líderes locales lo animaron en el proceso, recordándole que todo comienza con el deseo sincero de servir.

Una esperanza para el futuro

Al reflexionar sobre su próximo servicio en Argentina, Pablo reconoce que siente respeto y cariño por las personas a quienes enseñará: “Algunos hablan de rivalidad futbolera entre Chile y Argentina, pero yo sé que son un pueblo maravilloso. Me siento feliz de poder compartir con ellos y predicar el evangelio. Es como un sueño que el Señor me permita servir tan cerca, con gente tan noble”.

Finalmente, Pablo deja un consejo para otros jóvenes que atraviesan decisiones trascendentales: “El Señor conoce nuestro potencial y su camino siempre es más grande que el nuestro. Aférrense a la oración, al templo y confíen en que, si sacrificamos algo bueno, el Señor nos dará algo mejor”.

Con esta decisión, Pablo Samuel Arteaga Ponce se suma a los miles de jóvenes que, en todo el mundo, dejan temporalmente sus estudios, carreras y proyectos personales para servir como misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, proclamando un mensaje de esperanza, fe en Jesucristo y servicio.