
Cuando se le pregunta a alguien qué espera que suceda en el futuro, muchas personas responden con ‘la paz mundial’. En el mundo actual, eso parece una esperanza lejana dadas las tensiones y las contiendas entre los países.
En 2011, las Naciones Unidas proclamó el 30 de julio como el Día Internacional de la Amistad. El razonamiento detrás de esta proclamación fue la idea de que la amistad entre pueblos, países y culturas puede inspirar esfuerzos de paz y construir puentes entre las comunidades. La diversidad no debe dividirnos sino unirnos.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días cree en las amistades de todo tipo: entre países, gobiernos, vecinos, religiones e incluso miembros de la familia. El profeta José Smith, el fundador y primer presidente de la Iglesia, enseñó que “la amistad es uno de los grandes principios fundamentales del mormonismo”. Jesucristo fue el mejor ejemplo de ser amigo cuando poco antes de su crucifixión, dijo a sus discípulos: “Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).
La amistad es como un tejido en el cual cada hilo provee una calidad única. Individualmente, cada hilo es débil, pero cuando se unen se convierte en un artículo fuerte y útil. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Cada persona con sus talentos será mejor cuando se mezcle con otros en un vínculo unificador. La amistad es el tejido que los une.
La amistad se desarrolla sirviendo y ayudando a los demás. Ayudar a aquellos que pueden haber sufrido una pérdida, han sido desplazados, o simplemente han tenido mala suerte, es una herramienta poderosa en la construcción de amistades. Mostrar bondad a los demás es un acto simple que también une a las personas. La amistad es una fuerza que levanta a los oprimidos y da un rayo de esperanza para el futuro.
Cuando las personas, las comunidades o los países comparten el vínculo de la amistad entre sí, se incrementa la esperanza de mayor paz en el mundo.