Nota de prensa

La ausencia de un ser amado

La muerte puede ser muy difícil de confrontar y de entender, y al principio quizá parezca casi imposible de superar

Una de las experiencias más universales e inevitables de la vida es perder a un ser querido. Ya sea que la muerte de un familiar o un amigo ocurra en su vejez o prematuramente, repentina o gradualmente, en paz o en agonía, la muerte nos sobreviene a todos, y cuando le llega a un ser querido, el mundo se desploma y nos preguntamos cómo podremos seguir adelante.

La muerte puede ser muy difícil de confrontar y de entender, y al principio quizá parezca casi imposible de superar. La única forma de evitar ese sufrimiento seria eliminar de nuestro corazón todo sentimiento de amor hacia otras personas. Pero como eso es imposible, seguimos nuestro camino, paso a paso, atendiendo las demandas diarias, y así empezamos a entender, a sentir paz y a recobrar las fuerzas.

No obstante ello, nunca volveremos a la normalidad; las cosas jamás serán como solían ser, ni deben serlo. Un famoso teólogo dijo, “Nada puede compensar la ausencia de un ser amado, y sería incorrecto tratar de encontrar a alguien que lo remplace. Lo único que podemos hacer es resistir y perseverar. Eso puede resultar muy difícil al principio”, reconoció, “pero al mismo tiempo es un enorme consuelo, puesto que ese vacío, mientras no lo llenemos, preserva los lazos entre nosotros, y contribuye a conservar viva aquella comunión del uno para con el otro, aun a expensas del dolor”.

Ese delicado equilibrio entre resistir y olvidar es lo que brinda a la vida su sabor agridulce. Puesto que conocemos la tristeza y el dolor, también conocemos el amor y la dicha, y sucede que cuanto más se despedaza el corazón, a menudo le resulta más fácil recibir y dar amor. Ese sentimiento nunca muere, sino que continúa hasta la llegada del día perfecto.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word

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