Se ha dicho que cuando uno se compara con otras personas, pueden suceder dos cosas, y ambas son dañinas: decidir que uno es mejor que los demás, o concluir que otras personas son mejores que uno, lo cual lo hará sentirse insatisfecho y por demás decepcionado.
Como lo observó un comentarista: “Para algunas personas, el placer de tener algo bueno se desvanece tan pronto como alguien más tiene algo mejor. Nuestro sentido de dicha se revitaliza o se destruye como producto de las comparaciones. Una vida consumida por anhelos insatisfechos se vuelve una aflicción. El antídoto es el concepto de lo ‘suficiente’”.
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Muchos tienden a medir su valor personal según sus posesiones, pero las personas más felices del mundo no son las más prósperas, pues han aprendido a distinguir entre las cosas que necesitan y las que quieren, entre lo suficiente y la abundancia. Igual fijan metas y se esfuerzan al máximo por tener éxito, pero su satisfacción surge más de lo que dan que de lo que tienen. Tales personas saben cuándo ya es suficiente.
Todos conocemos a gente así; se la encuentra por todas partes, en toda clase social y situación económica. También conocemos a quienes tienen mucho pero siguen insatisfechos. Lo cierto es que nunca llegaremos a tener suficiente de lo que no necesitamos.
El buscar incesantemente por más y mejores cosas puede abrumarnos tremendamente. Cuanto antes descubramos la dicha de lo “suficiente”, tanto antes hallaremos paz, aun en los momentos más difíciles de la vida.
Una anciana aprendió esta verdad al acostumbrarse a su nueva casa. Era mucho más pequeña que aquella en la que había criado a su familia, pero llegó a encantarle la ventana que daba al patio, tener una cocina no tan grande, menos habitaciones para limpiar, y por contar con el espacio apropiado para recibir a sus seres queridos. Se sentía feliz pues le resultaba suficiente para sus necesidades.
Es cierto, mejorar y progresar es vital, pero más grande no siempre equivale a mejor, y menos, a menudo es más. Al fin y al cabo, las personas más afortunadas no son aquellas que tienen lo que quieren sino las que quieren lo que tienen.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)