La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha otorgado al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas 32 millones de dólares, la mayor contribución individual de la fe a una organización humanitaria, para ayudar a combatir lo que el PMA llama una "crisis sísmica del hambre".
El PMA utilizará los fondos de la Iglesia para proporcionar alimentos y otra asistencia esencial a 1,6 millones de las personas más vulnerables, incluidas madres y niños pequeños, en nueve países: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Kenia, el noreste de Nigeria, Somalia, Sudán del Sur y Yemen.
- Donac-Progr-Mund-Alimentos-1.jpg
- Donac-Progr-Mund-Alimentos-2.jpg
- Donac-Progr-Mund-Alimentos-3.jpg
- Donac-Progr-Mund-Alimentos-4.jpg
1 / 2 |
"Esta extraordinaria donación de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no podría llegar en un momento más oportuno", dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley. "Con millones de personas muriendo de hambre hoy, el PMA está trabajando arduamente para entregar alimentos, ayuda y esperanza, y esta contribución que salva vidas nos permite hacer precisamente eso".
La colaboración de la Iglesia de Jesucristo con el PMA comenzó en 2014. Las dos organizaciones trabajaron juntas para cerrar las brechas de hambre durante la pandemia de COVID-19.
La Iglesia de Jesucristo da alrededor de $1 mil millones anuales para cuidar a los necesitados en todo el mundo.
Acerca del Programa Mundial de Alimentos
El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas es la organización humanitaria más grande del mundo, salva vidas en situaciones de emergencia y utiliza la asistencia alimentaria para construir un camino hacia la paz, la estabilidad y la prosperidad para las personas que se recuperan de los conflictos, los desastres y el impacto del cambio climático.
Servicios Humanitarios de la Iglesia de Jesucristo
Los Servicios Humanitarios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días alivian el sufrimiento, fomentan la autosuficiencia y brindan oportunidades de servicio. Sigue la admonición de Jesucristo de alimentar a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, acoger al extranjero, vestir a los desnudos y visitar a los enfermos y afligidos.
El alcance humanitario de la Iglesia es posible gracias a las generosas donaciones y el voluntariado de los Santos de los Últimos Días y los amigos de la fe. Más de 1 millón de horas de trabajo son aportadas cada año por voluntarios en apoyo de iniciativas de bienestar.
La Iglesia patrocina proyectos de socorro y desarrollo en 195 países y territorios y presta asistencia sin distinción de raza, afiliación religiosa o nacionalidad. La ayuda se basa en los principios básicos de responsabilidad personal, apoyo comunitario, autosuficiencia y sostenibilidad.