La ley de los diezmos se encuentra en varios lugares en el Antiguo Testamento. En Malaquías, capítulo 3, versículos 8-10 el Señor desafía a los israelitas a pagar los diezmos para recibir bendiciones de Él que les sobreabundarían.
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Los miembros de la Iglesia pueden testificar de las bendiciones recibidas por guardar este mandamiento del Señor. Aunque uno dona el diez por ciento de sus ingresos, el Señor puede hacer que lo que queda sea suficiente para cubrir las necesidades. Se trata de tener fe.
Mediante esta fe la Iglesia tiene los fondos para seguir creciendo y proveyendo para las necesidades de la Iglesia. Pero el propósito principal de la ley es ofrecer bendiciones a los miembros y aumentar su fe en el Señor.
La donación se entrega al líder de la congregación quien a la vez la entrega a la sede de la Iglesia para uso general. Los líderes locales no reciben pago por su servicio, ni los miembros que sirven en sus congregaciones.
Mediante la fe de los miembros la Iglesia sigue creciendo por todo el mundo. Muchos admiran la prosperidad y fidelidad de los que se sujetan a esta ley divina.