La hermana Camacho, de Guayaquil, Ecuador, cumplía 14 meses en la misión cuando anunciaron que todos los misioneros extranjeros en el Perú, y en muchos otros países, deberán regresar a sus casas ya sea para ser reasignados o relevados con honor. Tanto para ella como para su compañera, la hermana Abbe, de Virginia, Estados Unidos, la conmoción fue inexplicable. Aunque en la misión planifican cada hora de su día, dejar raudamente el país y las personas que llegaron a amar no estaba dentro de sus planes. Sin embargo, entre la incertidumbre y nostalgia, la hermana Camacho y la hermana Abbe, así como toda la legión de misioneros a nivel mundial, continúan trabajando por anunciar las buenas nuevas de paz.
- La obra continúa: la fuerza misional en una pandemia mundial
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Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Siguen su horario misional habitual: se levantan, hacen ejercicio, se asean, desayunan, planifican su día, estudian personalmente y en compañerismo, practican el idioma que les corresponde y, cuando era momento de salir a las calles a enseñar, ahora sujetan el pequeño y antiguo celular que comparten y comienzan a llamar a todos sus amigos que, antes desde sus hogares, les recibían para escucharles. Aunque algunos rechazos son más contundentes por teléfono, también han encontrado el registro de antiguas personas que, por diferentes motivos, no pudieron escuchar el mensaje tiempo atrás, pero que ahora abren su corazón para atender sus llamadas, orar juntos a distancia y encontrar esperanza en tiempos de tribulación.
“Las lecciones tienen que ser más cortas, pero realmente sentimos el mismo Espíritu. Ya no podemos entregarles un Libro de Mormón, pero ahora leemos para ellos y lo entendemos juntos. Personas que antes no pudimos contactar ahora esperan que todo pase para que les podamos visitar”, así describe hermana Abbe su experiencia compartiendo el Evangelio en medio de la crisis mundial del COVID-19. Tenían planificado ir a la casa de los miembros para realizar una Noche de Hogar para cada día de marzo, pero confían en que, en este tiempo de aislamiento, las familias puedan unirse y fortalecerse aún más con los programas del estudio de las Escrituras desde el hogar.
Su estadía en Perú está muy próxima a terminar, pero su deseo por compartir la luz de la palabra de Dios con todos sus hermanos peruanos jamás cesará. Recientemente, grabaron un mensaje de consuelo para que los miembros puedan compartirlo en sus redes sociales. Saben que, especialmente ahora, es tiempo de que todos nos involucremos en la obra y causa del Señor. De los 162 élderes y hermanas que estaban sirviendo en la misión Perú Lima Central, ahora mismo solamente permanecerían un total de 24. Los esfuerzos de la hermana Camacho y la hermana Abbe, así como de todos los misioneros alrededor del mundo, solamente podrán seguir creciendo si realmente nos embarcamos al servicio de nuestro prójimo como verdaderos discípulos de Jesucristo.