Nota de prensa

La UNI: de escuela a universidad

Un día como hoy en la historia del Perú

Cuando el presidente Manuel Pardo inició su gobierno en 1872, tenía claro que parte importante del presupuesto nacional debía destinarse a la educación técnica de los jóvenes. Era el primer esfuerzo por la modernización de la sociedad peruana.

Pardo convocó al ingeniero polaco Eduardo de Habich, quien llegó a Lima en 1869 contratado por el Estado para promover una escuela de ingenieros. Era la oportunidad de construir, junto con una generación de profesionales, una economía sólida y moderna hacia el siglo XX.

Hubo que esperar unos años más para contar con una escuela de ingeniería y arquitectura, con profesiones que tenían en el Perú tradición en el ejercicio público. Al ser indispensable su enseñanza, el presidente Pardo creó, primero, el 20 de enero de 1875, la Escuela de Minas.

 

Escuela de Ingenieros

En "Historia de la Universidad Nacional de Ingeniería. Los años fundacionales (1876-1909)", José Ignacio López Soria indica que el 18 de marzo de 1876 se publicó el Reglamento General de Instrucción Pública, cuyo artículo 343 creó la Escuela Especial de Ingenieros Civiles y de Minas, que funcionaría en Lima, en uno de los locales de la antigua Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

La enseñanza fue de primer nivel, de la mano de su director Eduardo de Habich, quien viajó a Europa para traer a los primeros profesores, que fueron franceses y polacos. Surgió con dos especialidades: construcciones civiles y minas. Algunos cursos eran comunes como topografía, economía política, dibujo, máquinas motrices, etc.; y otros específicos a cada especialidad.

A inicios del siglo XX no solo se diferenció el trabajo del ingeniero y el arquitecto, sino que aquel fue perfilándose a partir de una economía nacional diversificada y en pleno desarrollo urbano. Así, surgirían especialidades como ingeniería industrial, ingeniería eléctrica, ingeniería mecánica e ingeniería química. Con la nueva escuela se pasó de la "República autoritaria" a la "República práctica", que promovía el liberal José Pardo y Barreda. El gobierno entendía que la educación era el motor de ese cambio.

La práctica era la consigna

La escuela fue creada para servir directamente al desarrollo económico y social del país. El Perú requería de cuadros técnicos muy capacitados para trabajar en obras públicas en las urbes y en el campo. Esa tarea planteó que la institución desarrollara una enseñanza práctica.

Eduardo de Habich, su director hasta 1909 -año en que murió- dejó una huella imborrable en la educación peruana, pues como bien indica López Soria, incentivó el surgimiento de un tipo humano, inédito en el Perú: el del profesional técnico "imbuido del armazón conceptual del positivismo y de los cánones axiológicos de esta corriente de pensamiento".

Hacia fines del siglo XIX, la escuela contaba con cerca de un centenar de graduados, que fundaron en 1896 la Sociedad de Ingenieros del Perú. Ellos fueron, junto con financistas y promotores de Lima, los que asumieron la decisión de pasar de la producción de plata a la de cobre, con lo que se cambió las escalas y los usos de la minería que se realizaba hasta entonces.

Se hablaba de un "nuevo ejército de obreros": los profesionales técnicos, aliados de ese nuevo sistema con el que empezamos la modernización del país. El nombre de Escuela de Ingenieros se mantuvo hasta el 19 de julio de 1955, en que cambió al de Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).

La construcción de Templos

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es “Un pueblo que edifica templos” expresó el Presidente Thomas S. Monson.  Hoy en día, gracias a cientos de profesionales en Ingeniería y Arquitectura al servicio del Señor se han construido cientos de templos en todo el mundo y en el Perú están edificados 3 templos (Lima, Trujillo y Arequipa) y está en construcción un cuarto templo.

Los templos de los Santos de los Últimos Días se consideran casas de Dios, un lugar de santidad y paz aparte de las preocupaciones del mundo. Proporcionan un lugar donde los miembros de la Iglesia hacen promesas y efectúan compromisos formales con Dios. También son el lugar donde se administran los mayores sacramentos de la fe: el matrimonio y el “sellamiento” de las familias por la eternidad.

Los templos son el único lugar donde se pueden realizar ceremonias como el bautismo y el matrimonio eterno a favor de personas fallecidas, una práctica que los Santos de los Últimos Días sostienen que se seguía en la época del Nuevo Testamento pero que luego se perdió.


Fuente Parcial: Diario El Comercio

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