La verdadera amistad

La verdadera amistad es una de las mayores bendiciones y necesidades más profundas en nuestro mundo de hoy. Nos necesitamos unos a otros. De hecho, Dios quiere que nos necesitemos unos a otros. Él no nos envió aquí para estar solos (ver Génesis 2:18). Esta vida fue diseñada como un lugar donde nos ayudaríamos y apoyaríamos mutuamente, confiaríamos y confiaríamos el uno en el otro, donde encontraríamos y seríamos verdaderos amigos.

Es casi como si estuviéramos hechos para la amistad. Los amigos enriquecen nuestras vidas no solo social y emocionalmente, sino también físicamente. El Wall Street Journal informó recientemente sobre "ocho décadas de investigación de la Universidad de Harvard", que muestran "que las relaciones cercanas son el componente más crítico de la salud, la felicidad y la longevidad, más que el ejercicio y una buena dieta" (ver "Encontraron una cura radical para la soledad: la llamada telefónica", por Julie Jargon, Wall Street Journal, 18 de febrero de 2023, wsj.com).

Parafraseando al apóstol Pablo, los verdaderos amigos son bondadosos, no se envidian unos a otros, buscan el bienestar de los demás, no son fácilmente provocados, no piensan mal el uno del otro, y nunca dejan de extender lealtad y amor (ver 1 Corintios 13: 4-8). Eso puede parecer un estándar inalcanzable, pero eso es parte del milagro de los verdaderos amigos: se ayudan mutuamente a ser mejores y a hacerlo mejor.

Cada uno de nosotros tiene la capacidad de ser ese tipo de amigo. Como observó Ralph Waldo Emerson: "La única manera de tener un amigo es serlo". (Ver "Amistad" en "Ensayos: Primera Serie", por Ralph Waldo Emerson, 1841, p. 176.)

Ser sincero e interesado en los demás abre la puerta a la amistad. Escuchar y cuidar, encontrar un terreno común y ser confiable mantienen abierta la puerta de la amistad. Entonces, no importa qué desafíos enfrentemos, los verdaderos amigos caminan la distancia con nosotros. Como leemos en Proverbios, "El amigo ama en todo tiempo" (Proverbios 17:17).

El mayor ejemplo de verdadera amistad nos fue dado hace 2.000 años. Poco antes de Su crucifixión, Jesucristo enseñó a Sus discípulos: "Nadie tiene mayor amor que este, que el hombre dé su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos" (Juan 15:13-14). Damos nuestras vidas, en cierto sentido, cada vez que sacrificamos nuestros intereses egoístas para ayudar a un amigo necesitado. Amamos como Jesús amó, cuidamos como Él cuidó, y, al hacerlo, construimos amistades atesoradas.