Por Milla Ray Acevedo Carrasco, Marlborough, Nueva Zelanda
Hace poco, hice senderismo por el famoso camino a Roy’s Peak, en las hermosas montañas de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Debido a que la caminata duraba varias horas, llevaba solo lo que necesitaba: algo para comer y mucha agua.
Cuando comencé, la mochila ya se sentía pesada. Después de media hora de caminata, sentía aun más el peso de la mochila en los hombros y la espalda. Por un momento, pensé en arrojar un poco del agua, pero de inmediato supe que la necesitaría.
Una hora y media antes de llegar a la cima de la montaña, el sendero se hizo más empinado y estaba cubierto de nieve. Empecé a pensar que no podría llegar a la cima, pero mi meta me motivó a continuar.
Cuando finalmente llegué a la cumbre, la mochila se sentía mucho más ligera. Para entonces, ya había comido lo que había llevado y bebido la mayor parte del agua. Mientras descansaba y apreciaba la hermosa vista desde arriba, reflexioné sobre mi travesía, tanto hasta la cima de la montaña como en la vida.
Durante horas, caminé cuesta arriba mientras alimentaba e hidrataba mi cuerpo a fin de que tuviera fuerzas para seguir adelante. Lo que al principio parecía ser una carga —la vital agua— me bendijo para alcanzar la meta.
Todos experimentamos altibajos, pero el Espíritu Santo nos ayuda a tomar buenas decisiones. Casi tiré más de medio litro de agua en el sendero, pero sentí la impresión de conservarla.
Con los ojos llorosos, agradecí a mi Padre Celestial por aquellas reflexiones. Estar en las montañas cubiertas de nieve ese día me inspiró a analizar mi vida, mis decisiones, mis metas y mi “mochila” personal.
Antes de la caminata, estaba colmada de incertidumbre en cuanto a mi vida y mi trabajo en un país extranjero, pero ahora siento que todo estará bien. Sé que el Señor me cuidará.
En compañía del Espíritu, sé que puedo tomar decisiones correctas que me elevarán mental, física y espiritualmente; y cuando me siento agotada, puedo volverme a nuestro Salvador, la fuente de “agua viva” (Juan 4:10). Sé que Él me alimentará y aligerará mi carga (véase Mateo 11:28–30).
Fuente: Liahona Marzo 2023