Nota de prensa

Lecciones de José de Egipto

La justicia y la misericordia a menudo parecen estar en desacuerdo y la mayoría de nosotros tendemos a inclinarnos hacia uno u otro

Una historia de la antigüedad proporciona un ejemplo conmovedor de cómo la misericordia y la justicia se cruzan en nuestras vidas y nuestras relaciones. Un joven llamado José fue odiado y maltratado por sus hermanos. Incluso contemplaron matarlo, pero finalmente se decidieron por venderlo como esclavo. Durante unos 20 años, José trabajó duro en Egipto, lejos de su hogar y de su familia, con mucho tiempo para pensar en lo que le habían hecho sus hermanos.

Luego, a través de una serie de eventos extraños y milagrosos, José se convirtió en un gobernante en Egipto, solo superado por el faraón. Una hambruna había llevado a los hermanos hambrientos de José a Egipto para pedir comida, y José tenía la autoridad para conceder o negar su solicitud. No lo reconocieron y sus vidas estaban en sus manos. Quizás hubiera parecido justo que José les permitiera morir de hambre o tal vez incluso venderlos como esclavos.

 

Pero eso no es lo que hizo José. En cambio, después de verificar su sinceridad e integridad, José se reveló a sus hermanos sorprendidos e invitó a toda la familia a unirse a él en la abundancia en Egipto. Sus hermanos ciertamente no se lo merecían, pero este acto de misericordia y gracia bendijo a la familia por las generaciones venideras.

La justicia y la misericordia a menudo parecen estar en desacuerdo y la mayoría de nosotros tendemos a inclinarnos hacia uno u otro. Cuando nos han agraviado, nos gusta que se haga justicia. Cuando lo hemos hecho mal, esperamos misericordia. ¿Podrán reconciliarse los dos? ¿Puede prevalecer la justicia sin sacrificar la misericordia? ¿Se puede extender la misericordia sin robar la justicia?

Afortunadamente, podemos contar con un Dios que es perfectamente justo y perfectamente misericordioso. Ama a sus hijos, pero también los corrige. Él establece altos estándares, marcando un camino estrecho y angosto, pero también proporciona un camino de regreso para todos los que se desvían de ese camino. La misericordia de Dios es justa y su justicia misericordiosa.

Quizás podamos recordar ese modelo perfecto al considerar cómo vemos la justicia y extendemos misericordia. Encontrar el equilibrio adecuado requiere tiempo y práctica. Cometeremos errores, por supuesto. Pero al hacerlo, un Dios amoroso y justo nos ofrecerá a cada uno de nosotros una medida perfecta de misericordia y justicia.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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