Líderes mundiales de la Sociedad de Socorro y las Mujeres Jóvenes ministran en Costa Rica 

La Presidenta General de la Sociedad de Socorro, Camille N. Johnson, y la hermana Tamara W. Runia, de la Presidencia General de las Mujeres Jóvenes, visitaron Centroamérica durante los primeros días de junio, para ministrar a jóvenes entre los 11 a 17 años y mujeres mayores de 18 años, entregar donaciones y visitar proyectos de ayuda humanitaria de la Iglesia.  

La hermana Runia se reunió con jóvenes de la Iglesia en Costa Rica para hablarles de las trampas que enfrentan a menudo, tales como creer que el Padre Celestial deja de amarlos cuando cometen una falta, suponer que existe una cuota máxima de arrepentimiento o sufrir en soledad sus desafíos de salud mental o relaciones interpersonales. 

Al respecto, recalcó que Jesucristo entiende sus circunstancias y espera que busquen una conexión con Él, ella invito a los jóvenes a no rechazar esa dádiva. 

“La obediencia trae bendiciones, es cierto, pero el valor de cada uno no depende de la obediencia. Para Dios siempre somos importantes”, expresó la hermana Runia. 

Por otra parte, la presidenta Johnson instó a las hermanas de la Sociedad de Socorro a preocuparse las unas por las otras, a apoyarse en el camino de los convenios con el Señor, para recibir las mayores bendiciones y el mayor gozo. Asimismo, invitó a utilizar sus dones para cambiar vidas, para bendecir al prójimo. 

Holly Tapia, consejera de la Sociedad de Socorro en Moravia, San José, Costa Rica, compartió que a veces es difícil iniciar una conversación con las personas nuevas, pero una sonrisa sincera y un saludo rompen el hielo, y poco a poco puede surgir una amistad que las haga sentirse bienvenidas y amadas. 

También Alexandra Tabash, de Heredia, Costa Rica, relató que en su hogar tienen en lugares visibles listas de personas por quienes orar; así, a pesar del escaso tiempo que les deja las tareas diarias, pueden dedicarles un espacio al pedir por ellas. 

La presidenta Johnson mencionó que se requiere disposición para que el Espíritu haga su parte, al decir “Cada uno cumple con una porción y el Señor completará lo que falta”.