Nota de prensa

Lo amargo y lo dulce

En lugar de ver la vida como días soleados o lluviosos, ¿qué pasaría si la vida fuera vista como un ciclo continuo de estaciones donde la alegría, las pruebas, lo amargo y lo dulce dependen unos de otros?

Todos sabemos que hay días que pueden estar colmados de paz y felicidad, mientras que otros parecen ser inexorablemente difíciles. Como sabiamente dijo un niño de seis años, “Puedes tener un día ‘desproblemado’, pero no una vida ‘desproblemada’”.

¿Qué podemos aprender de esa sencilla observación? Tal vez, que no nos sirve de mucho contar los días buenos y los días malos. La vida no tiene como fin ser un paseo sin problemas, y si nuestra felicidad depende de la ausencia de problemas, la mayoría de los días resultarán decepcionantes.

¿Qué tal si en vez dividir nuestra vida entre días soleados y lluviosos, la viéramos como un ciclo continuo de estaciones, en las que la lluvia es tan necesaria como el sol? Claro que algunos momentos son particularmente dichosos, como el del nacimiento de un hijo, pero esa dicha llega después del estrés y hasta del dolor del parto.

Cuando ese niño crece y deja el hogar, quizá suframos un poco, pero solo a causa de los dulces recuerdos forjados a través de los años; recuerdos que no cambiaríamos por nada. Y es así que la dicha y la tristeza, y lo amargo y lo dulce, dependen el uno del otro. Los finales dan paso a los comienzos, así como los comienzos dan paso a los finales.

Pese a lo mucho que quisiéramos poder saltear las tragedias y asirnos a las victorias, no podríamos tener las unas sin las otras. De ese modo llegamos a deleitarnos con la desolada belleza de un blanco invierno, mientras también nos regocijamos cuando la nieve se derrite y da paso a la hermosa primavera.

Tras un largo y caluroso verano, damos la bienvenida a los estimulantes colores del otoño, aun cuando reconocemos que esos colores anuncian la llegada del invierno, y, de ese modo continúa el ciclo.

Por cierto que estamos agradecidos por algún que otro día “desproblemado”, pero también sabemos que los días buenos son pasajeros y los malos, con el tiempo, llegan a ser mejores. Esta perspectiva más amplia nos ayuda a seguir adelante con esperanza. Ciertamente, nadie tendrá una vida “desproblemada”, pero si aprendemos a saborear tanto lo amargo como lo dulce, llegaremos a forjar una vida buena.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

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