Hace muchos años un reconocido estadista declaró: “Aspiramos a vivir en un mundo basado en cuatro libertades humanas esenciales. La primera de ellas es la libertad de expresión. La segunda es la libertad de toda persona de adorar a Dios a su propia manera. La tercera es la libertad de anhelar una vida mejor, y la cuarta es la libertad de vivir sin miedo”.
Después de todos estos años, seguimos ansiando ese mundo deseado. Para muchísimas personas en la tierra, esas cuatro libertades son más una esperanza que una realidad, pero la esperanza es un buen punto de partida.
Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
En los momentos en que la libertad es frágil, sirve recordar que esta es siempre mejor defendida cuando cada ser humano hace su parte, dondequiera que viva, y más allá de sus circunstancias.
A menudo se dice que la libertad no es gratuita, ya sea para obtenerla como para mantenerla, pero, ¿cuál es el precio de la libertad? Ciertamente, la libertad de expresión conlleva el precio de la bondad y la cortesía. Aun hacia quienes sostienen puntos de vista con los cuales discrepamos.
El precio de la libertad de adorar debe incluir respeto hacia religiones y creencias diferentes a las nuestras. El precio de la libertad de anhelar una vida mejor incluye el sacrificio y el servicio, mientras que el precio de la libertad de vivir sin miedo requiere hacer frente a nuestros temores con fe y valor.
La libertad es más que un sentimiento o una declaración institucional. Hallamos la libertad en lo que hacemos a diario, en los esfuerzos y las acciones de la gente libre: el respeto, la compasión, la pacificación, y la comprensión. Es cierto, la libertad no es gratuita, pero mientras todos sigamos estando dispuestos a pagar el precio, el futuro de la libertad es promisorio.
Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)