En pos de un futuro mejor

Quizá le resulte familiar el viejo refrán que dice que “Lo mejor que la vida tiene para ofrecer llega a quienes saben esperar”. A eso se le llama satisfacción retrasada: la decisión de postergar algo que uno desea ya a fin de obtener algo mejor más adelante. Esta puede ser una buena filosofía, pero no siempre es fácil de llevarla a la práctica en el mundo actual donde tantas voces claman: “¿Por qué esperar? ¡Mereces tenerlo ya! Te hará feliz ”.

Pero, ¿es felicidad lo que promueven?

El antiguo filósofo griego Aristóteles, como muchas otras personas, declaró que el placer, con su recompensa inmediata, no es lo mismo que la felicidad. Forjar una vida realmente feliz requiere tiempo y paciencia, así como vivir con propósito, lo cual no siempre es satisfacer nuestros anhelos, sino contribuir al bien de los demás.

Se podría decir que buscar la felicidad es un acto de fe —fe en que al dedicarnos a los estudios adquiriremos destrezas que nos ayudarán a marcar una gran diferencia en el mundo; que el privarnos de algunos lujos hoy nos permitirá proveer mejor para nuestra familia mañana; que todo sacrificio que hagamos por los demás jamás se comparará a la satisfacción que sentimos al dar. El principio es no relegar lo que anhelamos de la vida a cambio de algo que queremos ahora.

Claro que a veces olvidamos ese principio. Todos hemos experimentado el “remordimiento del comprador” —ese sentimiento de culpa que resulta de una compra impulsiva o tras una decisión apresurada. De esos errores podemos aprender, mas también llegaremos a saborear la satisfacción que resulta de haber aguardado y sido prudentes al seguir trabajando y ahorrando en pos de un futuro mejor.

Sí, usted merece ser feliz; merece esa clase de felicidad que nunca llega fácil ni que se le ofrece “solo por un período limitado de tiempo”. Usted merece esa felicidad que dura más que un instante, la felicidad que perdura eternamente.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)