En el Barrio Chopitea, vivimos un poderoso ejemplo del Evangelio en acción. Como hermanos en la fe de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nos unimos con amor y compromiso para brindar ayuda al querido hermano Víctor Elías Mora Fajardo, cuya vivienda, debilitada por los años y las lluvias, ya no ofrecía condiciones dignas ni seguras. Su antigua casa, hecha de tabla y caña guadua, construida directamente sobre tierra, ya no ofrecía protección ni seguridad ante las intensas lluvias, dejando a nuestro amado hermano expuesto al frío, la humedad y al peligro constante de las inundaciones.
Con sacrificio, el hermano Víctor había logrado levantar por cuenta propia la estructura básica de su nueva casa, con los ahorros que tenia de un bono mensual que recibe y con el apoyo de un sobrino. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, ya no tenía recursos para continuar.
| Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. |
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Ante esta situación urgente, el presidente del cuórum de elderes, Vicente Mora, dio la voz de alerta al obispo Darwin Rendón y a sus consejeros, Omar Tuarez y Rubén Mora, quienes de inmediato convocaron a los lideres del consejo de barrio para tratar este tema y coordinar la ayuda necesaria. La respuesta fue inmediata y generosa. Muchos se hicieron presentes con sus aportes; ese día, fuimos testigos de un verdadero milagro de unidad, amor y fe.
Con parte de los recursos recolectados, se procedió a la compra de materiales esenciales para iniciar la construcción de la nueva casa estilo balsa del hermano Víctor. El presidente Vicente Mora, con experiencia en trabajos similares, no solo lideró la logística, sino que también trabajó personalmente en la construcción, guiando a los voluntarios con energía y amor. Su testimonio y disposición fueron clave para el éxito de esta obra solidaria.
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El hermano Washington Siguencia, con habilidad y diligencia, asumió tareas fundamentales en la soldadura, colocación del piso, paredes, puertas, ventanas y techo. Gracias a su conocimiento y el del presidente Mora, se logró ahorrar en mano de obra y asegurar un trabajo de calidad.
Dexy Jiménez, presidenta de la Sociedad de Socorro, motivó a las hermanas a participar activamente en este proyecto. Su liderazgo permitió que esta obra no solo fuera física, sino también espiritual. La Sociedad de Socorro brindó apoyo material y espiritual, orando con fe por el bienestar del hermano Víctor.
Por su parte, el obispo y sus consejeros, estuvieron presentes en cada paso, velando por el bienestar del hermano y asegurándose de que todo se hiciera con diligencia, sensibilidad y amor cristiano. Su liderazgo discreto pero constante fue un faro de inspiración.
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Gracias a este esfuerzo combinado, la casa fue finalmente terminada. Se levantó no solo un refugio físico seguro, sino también una manifestación tangible del poder del Evangelio en acción, donde se edificaron lazos de fe, consagración y amor puro al prójimo. Este acto de servicio nos recordó que el Señor nos llama a ser Sus manos en la tierra, y que cuando respondemos con fe y disposición, no solo levantamos paredes, sino también vidas, esperanza y testimonios. Cada clavo, cada tabla, cada esfuerzo, fue una expresión viva del amor cristiano en acción.
Hoy, el hermano Víctor tiene un hogar digno y seguro. Pero nosotros, como barrio, ganamos algo aún más valioso: la certeza de que servir es amar, y que amar como Cristo lo haría es la forma más alta del discipulado. En esta jornada, fuimos testigos de milagros, de unidad, y del poder del Evangelio cuando se vive con sinceridad.
