El 23 de diciembre de 2022 se produjo un incendio en el balneario chileno de Viña del Mar. Unas 400 viviendas resultaron dañadas o destruidas y al menos dos personas murieron como consecuencia. Según la Oficina Nacional de Emergencias, las llamas fueron alimentadas por fuertes vientos y ya habían quemado unas 110 hectáreas.
Aunque la noticia de esta tragedia en desarrollo llegó un día antes de la Navidad, miembros voluntarios de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días se organizaron y desplegaron en varias cuadrillas cubriendo una gran parte del sector. Jóvenes y adultos, tanto mujeres como hombres, acudieron rápidamente a retirar los escombros de las casas que fueron consumidas por el fuego. Llegaron listos para servir con guantes, equipo de seguridad, carretillas y palas.
Alan Campos, líder de la Iglesia en Viña del Mar expresó: “Normalmente esta fecha (La Navidad) la vivimos enfocada en la cena, en los regalos, en vestirnos bien, enviamos saludos a nuestros seres queridos y a eso le sumamos leer algún pasaje de escritura. Pero para muchos ese no fue el enfoque esta Navidad porque se olvidaron de sí mismos y fueron en busca del necesitado. Llegaron a la noche buena sucios por remover escombros, por consolar a los que necesitan consuelo, por llorar con los que lloran, por abrazar y sostener a nuestro prójimo.
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Además, dos capillas, una ubicada en el centro de Viña del Mar y otra en Forestal, sirvieron como centros de acopio de donaciones. Estas consistieron en artículos de tocador, agua embotellada, leche en caja, barras de cereal y pañales para niños.
En los mismos días, pero a un par de horas de distancia en la comuna de La Cisterna, voluntarios de la Iglesia también se dieron cita en otro centro de acopio. Personas de toda la ciudad llevaron sus donaciones a beneficio de los afectados por el Incendio Forestal. Un joven adulto llamado Eduardo compartió sus impresiones:
“Cuando me enteré del incendio, la verdad me dio mucha tristeza. Vi que las familias estaban siendo afectadas y tuve un sentimiento muy fuerte de que tenía que ayudar. En ese momento dejé todas mis cosas a un lado, familia y hasta compromisos universitarios, para ayudar a recolectar donaciones para la gente de Viña del Mar. Realmente me sentí muy feliz de poder ayudar”.