El ministerio terrenal de Jesucristo fue de amor perfecto. Él dijo: "Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado" (véase Juan 15:12). Luego pasó a enseñar acerca de algo que llamó "mayor amor", diciendo: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos" (véase Juan 15:13).
Jesucristo dio Su vida por ti y por mí, Sus amigos. Y es este gran sacrificio, este amor más grande, el que se conoce como la expiación de Jesucristo.
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El amor más grande del Salvador es más poderoso que nuestros errores más grandes. Gracias a Su expiación, podemos arrepentirnos y comenzar de nuevo.
El amor más grande de Jesús es más fuerte que nuestro dolor más profundo, nuestra depresión e incluso nuestras ansiedades más irritantes. Gracias a Su expiación, podemos encontrar paz y esperanza.
El amor más grande de nuestro Salvador vence las cadenas de la muerte (véase Doctrina y Convenios 45:17). Por difícil, final y hueca que parezca la muerte, no es el final. Aunque "el llanto dure toda la noche", podemos estar seguros de que "el gozo [vendrá] por la mañana" (véase Salmo 30:5). Gracias a la expiación de Cristo, todos resucitaremos y viviremos de nuevo más allá de la tumba.
Por todo esto y más, hoy y siempre, celebramos el amor más grande de Jesucristo.