Nota de prensa

Mejores familias, mejores personas

La conexión, la pertenencia y el refinamiento que provienen de la vida familiar nos hacen mejores personas

Recientemente, una familia fue de vacaciones con la esperanza de forjar recuerdos perdurables, así como vínculos familiares estrechos. Pero, como sucede en la mayoría de tales casos, la realidad se interpuso a las esperanzas. Vivieron buenos momentos, pero también hubo molestas demoras, ruidosos gentíos, y gastos inesperados que alteraron sus bien trazados planes, todo lo cual resultó en tensiones y discordias entre los miembros de la familia. Por momentos, hasta se preguntaron si las vacaciones habían valido la pena.

Pese a todo ello, llegaron a forjar recuerdos perdurables y vínculos estrechos. Lo que es más, parecieron unirse en un grado mucho mayor al pasar juntos por todos esos contratiempos no anticipados, y crecieron individualmente y como familia en aspectos que no habrían sido posibles de ningún otro modo.

Quizá la vida no se pueda comparar a una vacación, pero hay ciertas similitudes entre las experiencias de esa familia y nuestro trayecto por la vida. Uno puede planear y confiar en disfrutar de dicha y tranquilidad, pero eso no siempre se vuelve realidad. La vida es magnífica, aunque a veces penosa; dulce, pero por momentos amarga. Los desafíos no alteran los planes, sino que son parte de ellos, permitiéndonos crecer y progresar. Un aspecto vital de todo ello es que viajemos juntos como familia. La conexión, la pertenencia y el refinamiento que provienen de la vida familiar nos hacen mejores personas. Sí, la vida a veces puede resultar complicada, pero nada lima las asperezas como las interacciones familiares, tanto en la familia inmediata como en la gran familia de Dios.

Toda buena familia cuenta con reglas, y en la de Dios, una de las que se conoce mejor es la regla de oro. Jesús de Nazaret la explicó de este modo: “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. En otras palabras, trata a los demás del mismo modo que quisieras ser tratado.

Esa regla se aplica aun cuando estemos hambrientos, cansados, o frustrados. En las vacaciones y en la vida, el esforzarnos por tratar a los demás así como queremos ser tratados, hace las cosas más llevaderas. Más aún, contribuye al fortalecimiento colectivo, y las familias más fuertes forman mejores personas.

Fuente: Música y Palabras de Inspiración (Music and the Spoken Word)

Nota sobre la Guía de Estilo:Al publicar noticias o reportajes sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenga a bien utilizar el nombre completo de la Iglesia la primera vez que la mencione. Para más información sobre el uso del nombre de la Iglesia, visite nuestraGuía de estilo.