El espíritu de la Navidad crea en el ánimo el deseo de dar alegría a los demás y de servirlos. En esta época del año sentimos un espíritu de dar y de gratitud por lo que nos han dado. La celebración de la Navidad nos ayuda a mantener nuestra promesa de recordar siempre al Salvador y sus dones para nosotros y, a su vez, servir a los demás.
Cada acto de bondad hacia cualquier persona se convierte en un acto de bondad al Salvador, porque Él ama a todos los hijos del Padre Celestial. Y debido a que trae alegría a Él, sino que también trae alegría a su Padre, a quien le debemos agradecimiento sin medida.
Jesucristo nos enseñó que hay una manera de dar un regalo aún más invaluable y duradera. Él dijo, "Yo soy el pan de vida: el que a mí viene, nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" (Juan 6:35). Con todas las bondades que le damos a Él, el más grande que podemos ofrecer es señalar los amamos y servimos a Él, la única fuente de vida eterna.
Nosotros somos testigos de la realidad viva de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Que la paz y el gozo que viene por medio de él estar presente en las vidas y los corazones de los hijos de Dios en todo el mundo en esta temporada de Navidad.
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