Al comienzo de cada año, consideramos qué metas podemos ponernos o qué resoluciones podemos tomar para mejorar. Pero con tantas opciones de cosas que podemos aprender y hacer, ¿por dónde empezamos?
En Lucas 2:52 encontramos un modelo de la vida del Salvador: “Jesús crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”. Este versículo también sirve de base para el programa Niños y Jóvenes, el cual nos invita de forma similar (sin importar la edad) a llegar a ser más semejantes a Jesucristo al crecer espiritual, social, física e intelectualmente.
Conforme seleccionamos metas en todos los aspectos de nuestra vida con espíritu de oración y trabajamos en ellas, a menudo nos enfrentamos a decisiones en cuanto a nuestros deseos, prioridades, fracasos, obstáculos, resiliencia, apoyo y relaciones. Los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles han brindado esperanza y reflexiones para ayudarnos en nuestro crecimiento a través de sus palabras en los discursos sobre las metas en la conferencia general y en estas enseñanzas provenientes de sus cuentas en las redes sociales.
Consideren estas tres resoluciones
“Estoy seguro de que muchos de ustedes están dedicando tiempo el día de hoy para anotar sus buenos propósitos. Permítanme ofrecerles algunas sugerencias:
“Primero, tomen la determinación de fortalecer su fundamento espiritual. Esto podría implicar fijar un tiempo y un lugar específicos para estudiar las Escrituras, orar con más frecuencia, hacer que la adoración en el templo sea una mayor prioridad y dejar que Dios prevalezca en todos los aspectos de su vida.
“Segundo, tomen la determinación de ser bondadosos con los demás. Cuando el Salvador Jesucristo visitó las Américas, tal como está registrado en el Libro de Mormón, una de las primeras cosas que enseñó fue la necesidad de eliminar la contención en nuestra vida. Así que, por favor, sean compasivos, comprensivos, lentos en juzgar y prestos para perdonar.
“Tercero, tomen la determinación de actuar con decisión. Al Señor le encanta el esfuerzo; al Señor le encanta la constancia; al Señor le encanta la firmeza. Y aunque sin duda de vez en cuando no demos la talla, nuestros esfuerzos persistentes por escucharlo y seguir la inspiración que Él nos da nos ayudarán a ‘fortalecernos en el Espíritu’ (Mosíah 18:26).
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