El viernes 22 de enero del presente año se llevó a cabo en el Gobierno Zonal de Guayaquil un evento organizado por el MIES con el objetivo de otorgar un reconocimiento a las diversas entidades que brindaron apoyo en la campaña “Misión Navidad Sin mendicidad” a nivel nacional, entre ellas a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
La ceremonia se realizó a las once de la mañana acatando todas las medidas de bioseguridad y proporcionando pruebas rápidas de Covid-19 para los asistentes. El Ministro de Inclusión Social, Vicente Andrés Taiano, estuvo presente junto a la viceministra Marcela Arroyo quien fue quien entregó la placa de Reconocimiento al presidente Kleber Litardo Benavides, líder eclesiástico de la Estaca Guayaquil Kennedy.
En la placa de Reconocimiento se leían las siguientes palabras: “Por su aporte en la estrategia “Misión Navidad sin mendicidad” cuyo objetivo es la atención de las personas en situación de mendicidad, trabajo infantil, habitantes de calle y otras vulneraciones de derechos. Gracias a su apoyo miles de personas vivieron una Navidad sin mendicidad.” La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días brinda su ayuda con donaciones o talento humano que presta servicio a la comunidad a fin de apoyar a la resolución de los diferentes problemas sociales que aquejan al país.
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| Temple Square is always beautiful in the springtime. Gardeners work to prepare the ground for General Conference. © 2012 Intellectual Reserve, Inc. All rights reserved. | 1 / 2 |
Durante los últimos meses, se han donado cientos de kits alimenticios y de bioseguridad al MIES que se han distribuido a las provincias más vulnerables a nivel nacional. “¡Gracias! Porque hemos cambiado muchas vidas. Hemos tocado muchas vidas. Y si podemos cambiar una sola vida, absolutamente todo valió la pena.”, expresó el ministro Taiano, muy conmovido por la ayuda que se recibió de todas partes, incluso de entidades internacionales y concluyó diciendo, “No podemos dejar de trabajar ni un solo día por aquellos que más nos necesitan.” En un tiempo de tanta necesidad, es ennoblecedor el darnos cuenta que hay muchas manos que ayudan no solamente con donaciones sino con servicio desinteresado.
Como miembros de la Iglesia se nos llama a servir a nuestro prójimo y a pesar de cuales sean nuestras circunstancias, siempre podemos encontrar una manera de ser las manos de Dios en la vida de aquellos que más lo necesitan.